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Élber Gutiérrez escribe sobre intérpretes del vallenato como Jorge Oñate e Iván Ovalle, que aprovechan su prestigio para lanzarse al Congreso o avalar candidatos. Hasta Carlos Vives ha sido tentado

Fuente: Élber Gutiérrez Roa* | Fecha: 2005-12-01 | Visitas: 4945

El presidente Álvaro Uribe no llegó a la cita. O mejor, lo hizo cuando Iván Ovalle, uno de los oferentes, ya se había ido. Quedaron de encontrarse a las 2:30 de la tarde del martes en la sede administrativa de Corabastos en Bogotá, pero las exequias del representante Roberto Camacho lo retrasaron tres horas.

El encuentro fue convocado por las directivas de la central de abastos y su grupo de transportadores, el cual es asesorado por uno de los más reconocidos compositores y cantantes vallenatos, amigo del Presidente y creador de varias de sus canciones favoritas: Iván Ovalle.

Ovalle y Uribe se conocieron hace muchos años y trabajaron juntos durante la campaña que llevó al poder al candidato paisa. En compensación, Uribe le ofreció a Ovalle la agregaduría cultural en España. Pero el cantante quería más. Quería ser Ministro de Cultura. En todo caso, nunca perdieron el contacto y de vez en cuando charlan sobre versos y actividad pública.

Su cita en esta ocasión era para hablar sobre las ayudas estatales al sector agropecuario, las estrategias para facilitar la llegada de productos a Bogotá, la seguridad en las carreteras y la reactivación del campo. "Los temas del folclor y los que afectan al colombiano común y corriente son los que nos deben preocupar. Y de eso quería hablar con el presidente", dijo Ovalle tras su frustrada reunión con el mandatario.

La de Uribe y Ovalle es sólo una de las ramas en el gigantesco árbol de las relaciones entre política y vallenato en Colombia. En un país en donde muchos sectores de la cultura proclaman su distanciamiento de los asuntos de Estado, el vallenato, más que cualquier otra manifestación artística o musical, no sólo conserva su cercanía con el poder sino que hace parte de él.

Los recuerdos más conocidos sobre esta relación, aparentemente contradictoria, están por los lados del ex presidente Alfonso López Michelsen, cuya relación con el vallenato lo hizo blanco permanente de los caricaturistas y columnistas del país. Pero el caso del López no es el único, así sea el de mayor resonancia nacional. Cantantes y compositores -veteranos y novatos- parecen tener una marcada adicción hacia la política, explicada como consecuencia de su reconocimiento o, en ocasiones, de sus vínculos familiares con el poder local.

Los diarios de la Costa Atlántica especulan desde hace un mes con una eventual candidatura de Carlos Vives a la alcaldía de Santa Marta. Vives además de ser el cantante vallenato más famoso del mundo, pertenece a la misma casta política del representante a la Cámara Joaquín José Vives (su primo), del ex gobernador del Magdalena y actual director de Antinarcóticos, Juan Carlos Vives; y de "Nacho" Vives, el controvertido ex alcalde de Santa Marta.

Mientras los periódicos del Magdalena titulan en primera página que el cantante piensa seriamente en lanzarse al ruedo político, Vives dice que lo único que le preocupa por ahora es preparar su gira nacional de conciertos de este fin de año.

Folclorismo criollo

La historia demuestra que los cantantes y compositores no han sido muy exitosos cuando se lanzan a la política. Casos como el de Leonor González Mina (la Negra Grande de Colombia) o el fallecido cantante y compositor de pasillos Juan Ignacio Castrillón (despojado de su investidura por un escándalo de corrupción de la Cámara de Representantes), figuran entre los más recientes fiascos políticos de los artistas.

Los vallenatos, en cambio, parecen ganar más terreno. Adolfo Pacheco, autor de "el Viejo Miguel", optó por estudiar derecho y lanzarse a la política como secretario de la asamblea del Atlántico. Rafael Manjarrés, cuyas obras hicieron famosos a los Betos ("Benditos Versos") y a Otto Serge ("Señora"), comparte su actividad creadora con sus funciones como notario único de Riohacha. Y Roberto Calderón, quien tiene más de 300 canciones grabadas -entre ellas la "Luna Sanjuanera"- s el secretario de gobierno de Atlántico.

Y hay más. Neimer Marín es diputado por el partido liberal en la Guajira , "Beto" Zabaleta resultó elegido como tercer renglón en la lista al Congreso de William Montes...

Entre los cantantes de la nueva generación está también Penchy Castro, quien participó en varias campañas locales en Bogotá. Su primo, el senador Álvaro Araujo Castro, es sobrino de la asesinada ex ministra Consuelo Araujonoguera, una de las mentoras del festival vallenato.

Política del juepajé

La idea de estos músicos y acordeoneros es proyectar nacionalmente su poder político. Por eso varios de ellos aspiran también a llegar al Congreso y están preparando campañas y alianzas con partidos y movimientos en el centro del país.

Jorge Oñate lleva dos períodos como segundo renglón del representante Alfredo Cuello, a quien ha remplazado en varias oportunidades en el Congreso. En enero se lanzará con la misma lista. Luego de vender 10 millones de copias de sus discos parece más interesado ahora en cultivar los 7.000 votos de su caudal político en el Cesar.

"Los amigos cercanos me dicen que no me meta en estas cosas porque no quedan sino problemas, pero yo estoy metido hace mucho rato", dice Oñate, cuyos inicios en la vida pública fueron en la casa de la familia Gnecco, una de las más reconocidas entre las castas de la política tradicional costeña. "Como cantante fui concejal de La Paz (Cesar) y como cantante fui diputado. No me da pena entrar a la política, pero eso no significa que deje mi música".

Iván Villazón también está pensando en cambiar el acordeón que acompaña sus canciones por un micrófono en el Congreso. En su familia no sólo hay compositores y acordeoneros, sino políticos como Crispín Villazón, su padre, un ex congresista muy cercano a la casa López Michelsen.

El cantante y compositor Iván Ovalle es, quizá, el de más experiencia política en su género. Abogado, ex gerente de Telecom en Atlántico, de Telecaribe y de Corelca, lleva quince años trabajando en el sector público. Ahora prepara su campaña a la Cámara de Representantes entre juepajés y piquerías desde una sobria sede que ahora está en disputa con el senador conservador Efraín Cepeda y que en campañas anteriores perteneció a Andrés Pastrana. Tiene buenas relaciones con los conservadores y al mismo tiempo es el autor de la canción oficial del partido de la U, que promueve la candidatura de Uribe.

Tras su ruptura con Cepeda, el martes por la noche logró un preacuerdo para ser la fórmula de Jorge Visbal, el ex presidente de Fedegán, que ahora quiere ser senador. Visbal lo llamó para invitarlo a hablar sobre el tema. Por eso no pudo esperar más de tres horas a su amigo el presidente el día de la cita en Corabastos.

* Periodista de Semana.com

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Élber Gutiérrez escribe sobre intérpretes del vallenato como Jorge Oñate e Iván Ovalle, que aprovechan su prestigio para lanzarse al Congreso o avalar candidatos. Hasta Carlos Vives ha sido tentado

Fuente: Élber Gutiérrez Roa* | Fecha: 2005-12-01 | Visitas: 4945

Élber Gutiérrez escribe sobre intérpretes del vallenato como Jorge Oñate e Iván Ovalle, que aprovechan su prestigio para lanzarse al Congreso o avalar candidatos. Hasta Carlos Vives ha sido tentado

El presidente Álvaro Uribe no llegó a la cita. O mejor, lo hizo cuando Iván Ovalle, uno de los oferentes, ya se había ido. Quedaron de encontrarse a las 2:30 de la tarde del martes en la sede administrativa de Corabastos en Bogotá, pero las exequias del representante Roberto Camacho lo retrasaron tres horas.

El encuentro fue convocado por las directivas de la central de abastos y su grupo de transportadores, el cual es asesorado por uno de los más reconocidos compositores y cantantes vallenatos, amigo del Presidente y creador de varias de sus canciones favoritas: Iván Ovalle.

Ovalle y Uribe se conocieron hace muchos años y trabajaron juntos durante la campaña que llevó al poder al candidato paisa. En compensación, Uribe le ofreció a Ovalle la agregaduría cultural en España. Pero el cantante quería más. Quería ser Ministro de Cultura. En todo caso, nunca perdieron el contacto y de vez en cuando charlan sobre versos y actividad pública.

Su cita en esta ocasión era para hablar sobre las ayudas estatales al sector agropecuario, las estrategias para facilitar la llegada de productos a Bogotá, la seguridad en las carreteras y la reactivación del campo. "Los temas del folclor y los que afectan al colombiano común y corriente son los que nos deben preocupar. Y de eso quería hablar con el presidente", dijo Ovalle tras su frustrada reunión con el mandatario.

La de Uribe y Ovalle es sólo una de las ramas en el gigantesco árbol de las relaciones entre política y vallenato en Colombia. En un país en donde muchos sectores de la cultura proclaman su distanciamiento de los asuntos de Estado, el vallenato, más que cualquier otra manifestación artística o musical, no sólo conserva su cercanía con el poder sino que hace parte de él.

Los recuerdos más conocidos sobre esta relación, aparentemente contradictoria, están por los lados del ex presidente Alfonso López Michelsen, cuya relación con el vallenato lo hizo blanco permanente de los caricaturistas y columnistas del país. Pero el caso del López no es el único, así sea el de mayor resonancia nacional. Cantantes y compositores -veteranos y novatos- parecen tener una marcada adicción hacia la política, explicada como consecuencia de su reconocimiento o, en ocasiones, de sus vínculos familiares con el poder local.

Los diarios de la Costa Atlántica especulan desde hace un mes con una eventual candidatura de Carlos Vives a la alcaldía de Santa Marta. Vives además de ser el cantante vallenato más famoso del mundo, pertenece a la misma casta política del representante a la Cámara Joaquín José Vives (su primo), del ex gobernador del Magdalena y actual director de Antinarcóticos, Juan Carlos Vives; y de "Nacho" Vives, el controvertido ex alcalde de Santa Marta.

Mientras los periódicos del Magdalena titulan en primera página que el cantante piensa seriamente en lanzarse al ruedo político, Vives dice que lo único que le preocupa por ahora es preparar su gira nacional de conciertos de este fin de año.

Folclorismo criollo

La historia demuestra que los cantantes y compositores no han sido muy exitosos cuando se lanzan a la política. Casos como el de Leonor González Mina (la Negra Grande de Colombia) o el fallecido cantante y compositor de pasillos Juan Ignacio Castrillón (despojado de su investidura por un escándalo de corrupción de la Cámara de Representantes), figuran entre los más recientes fiascos políticos de los artistas.

Los vallenatos, en cambio, parecen ganar más terreno. Adolfo Pacheco, autor de "el Viejo Miguel", optó por estudiar derecho y lanzarse a la política como secretario de la asamblea del Atlántico. Rafael Manjarrés, cuyas obras hicieron famosos a los Betos ("Benditos Versos") y a Otto Serge ("Señora"), comparte su actividad creadora con sus funciones como notario único de Riohacha. Y Roberto Calderón, quien tiene más de 300 canciones grabadas -entre ellas la "Luna Sanjuanera"- s el secretario de gobierno de Atlántico.

Y hay más. Neimer Marín es diputado por el partido liberal en la Guajira , "Beto" Zabaleta resultó elegido como tercer renglón en la lista al Congreso de William Montes...

Entre los cantantes de la nueva generación está también Penchy Castro, quien participó en varias campañas locales en Bogotá. Su primo, el senador Álvaro Araujo Castro, es sobrino de la asesinada ex ministra Consuelo Araujonoguera, una de las mentoras del festival vallenato.

Política del juepajé

La idea de estos músicos y acordeoneros es proyectar nacionalmente su poder político. Por eso varios de ellos aspiran también a llegar al Congreso y están preparando campañas y alianzas con partidos y movimientos en el centro del país.

Jorge Oñate lleva dos períodos como segundo renglón del representante Alfredo Cuello, a quien ha remplazado en varias oportunidades en el Congreso. En enero se lanzará con la misma lista. Luego de vender 10 millones de copias de sus discos parece más interesado ahora en cultivar los 7.000 votos de su caudal político en el Cesar.

"Los amigos cercanos me dicen que no me meta en estas cosas porque no quedan sino problemas, pero yo estoy metido hace mucho rato", dice Oñate, cuyos inicios en la vida pública fueron en la casa de la familia Gnecco, una de las más reconocidas entre las castas de la política tradicional costeña. "Como cantante fui concejal de La Paz (Cesar) y como cantante fui diputado. No me da pena entrar a la política, pero eso no significa que deje mi música".

Iván Villazón también está pensando en cambiar el acordeón que acompaña sus canciones por un micrófono en el Congreso. En su familia no sólo hay compositores y acordeoneros, sino políticos como Crispín Villazón, su padre, un ex congresista muy cercano a la casa López Michelsen.

El cantante y compositor Iván Ovalle es, quizá, el de más experiencia política en su género. Abogado, ex gerente de Telecom en Atlántico, de Telecaribe y de Corelca, lleva quince años trabajando en el sector público. Ahora prepara su campaña a la Cámara de Representantes entre juepajés y piquerías desde una sobria sede que ahora está en disputa con el senador conservador Efraín Cepeda y que en campañas anteriores perteneció a Andrés Pastrana. Tiene buenas relaciones con los conservadores y al mismo tiempo es el autor de la canción oficial del partido de la U, que promueve la candidatura de Uribe.

Tras su ruptura con Cepeda, el martes por la noche logró un preacuerdo para ser la fórmula de Jorge Visbal, el ex presidente de Fedegán, que ahora quiere ser senador. Visbal lo llamó para invitarlo a hablar sobre el tema. Por eso no pudo esperar más de tres horas a su amigo el presidente el día de la cita en Corabastos.

* Periodista de Semana.com

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Élber Gutiérrez escribe sobre intérpretes del vallenato como Jorge Oñate e Iván Ovalle, que aprovechan su prestigio para lanzarse al Congreso o avalar candidatos. Hasta Carlos Vives ha sido tentado

Fuente: Élber Gutiérrez Roa* | Fecha: 2005-12-01 | Visitas: 4945

Élber Gutiérrez escribe sobre intérpretes del vallenato como Jorge Oñate e Iván Ovalle, que aprovechan su prestigio para lanzarse al Congreso o avalar candidatos. Hasta Carlos Vives ha sido tentado

El presidente Álvaro Uribe no llegó a la cita. O mejor, lo hizo cuando Iván Ovalle, uno de los oferentes, ya se había ido. Quedaron de encontrarse a las 2:30 de la tarde del martes en la sede administrativa de Corabastos en Bogotá, pero las exequias del representante Roberto Camacho lo retrasaron tres horas.

El encuentro fue convocado por las directivas de la central de abastos y su grupo de transportadores, el cual es asesorado por uno de los más reconocidos compositores y cantantes vallenatos, amigo del Presidente y creador de varias de sus canciones favoritas: Iván Ovalle.

Ovalle y Uribe se conocieron hace muchos años y trabajaron juntos durante la campaña que llevó al poder al candidato paisa. En compensación, Uribe le ofreció a Ovalle la agregaduría cultural en España. Pero el cantante quería más. Quería ser Ministro de Cultura. En todo caso, nunca perdieron el contacto y de vez en cuando charlan sobre versos y actividad pública.

Su cita en esta ocasión era para hablar sobre las ayudas estatales al sector agropecuario, las estrategias para facilitar la llegada de productos a Bogotá, la seguridad en las carreteras y la reactivación del campo. "Los temas del folclor y los que afectan al colombiano común y corriente son los que nos deben preocupar. Y de eso quería hablar con el presidente", dijo Ovalle tras su frustrada reunión con el mandatario.

La de Uribe y Ovalle es sólo una de las ramas en el gigantesco árbol de las relaciones entre política y vallenato en Colombia. En un país en donde muchos sectores de la cultura proclaman su distanciamiento de los asuntos de Estado, el vallenato, más que cualquier otra manifestación artística o musical, no sólo conserva su cercanía con el poder sino que hace parte de él.

Los recuerdos más conocidos sobre esta relación, aparentemente contradictoria, están por los lados del ex presidente Alfonso López Michelsen, cuya relación con el vallenato lo hizo blanco permanente de los caricaturistas y columnistas del país. Pero el caso del López no es el único, así sea el de mayor resonancia nacional. Cantantes y compositores -veteranos y novatos- parecen tener una marcada adicción hacia la política, explicada como consecuencia de su reconocimiento o, en ocasiones, de sus vínculos familiares con el poder local.

Los diarios de la Costa Atlántica especulan desde hace un mes con una eventual candidatura de Carlos Vives a la alcaldía de Santa Marta. Vives además de ser el cantante vallenato más famoso del mundo, pertenece a la misma casta política del representante a la Cámara Joaquín José Vives (su primo), del ex gobernador del Magdalena y actual director de Antinarcóticos, Juan Carlos Vives; y de "Nacho" Vives, el controvertido ex alcalde de Santa Marta.

Mientras los periódicos del Magdalena titulan en primera página que el cantante piensa seriamente en lanzarse al ruedo político, Vives dice que lo único que le preocupa por ahora es preparar su gira nacional de conciertos de este fin de año.

Folclorismo criollo

La historia demuestra que los cantantes y compositores no han sido muy exitosos cuando se lanzan a la política. Casos como el de Leonor González Mina (la Negra Grande de Colombia) o el fallecido cantante y compositor de pasillos Juan Ignacio Castrillón (despojado de su investidura por un escándalo de corrupción de la Cámara de Representantes), figuran entre los más recientes fiascos políticos de los artistas.

Los vallenatos, en cambio, parecen ganar más terreno. Adolfo Pacheco, autor de "el Viejo Miguel", optó por estudiar derecho y lanzarse a la política como secretario de la asamblea del Atlántico. Rafael Manjarrés, cuyas obras hicieron famosos a los Betos ("Benditos Versos") y a Otto Serge ("Señora"), comparte su actividad creadora con sus funciones como notario único de Riohacha. Y Roberto Calderón, quien tiene más de 300 canciones grabadas -entre ellas la "Luna Sanjuanera"- s el secretario de gobierno de Atlántico.

Y hay más. Neimer Marín es diputado por el partido liberal en la Guajira , "Beto" Zabaleta resultó elegido como tercer renglón en la lista al Congreso de William Montes...

Entre los cantantes de la nueva generación está también Penchy Castro, quien participó en varias campañas locales en Bogotá. Su primo, el senador Álvaro Araujo Castro, es sobrino de la asesinada ex ministra Consuelo Araujonoguera, una de las mentoras del festival vallenato.

Política del juepajé

La idea de estos músicos y acordeoneros es proyectar nacionalmente su poder político. Por eso varios de ellos aspiran también a llegar al Congreso y están preparando campañas y alianzas con partidos y movimientos en el centro del país.

Jorge Oñate lleva dos períodos como segundo renglón del representante Alfredo Cuello, a quien ha remplazado en varias oportunidades en el Congreso. En enero se lanzará con la misma lista. Luego de vender 10 millones de copias de sus discos parece más interesado ahora en cultivar los 7.000 votos de su caudal político en el Cesar.

"Los amigos cercanos me dicen que no me meta en estas cosas porque no quedan sino problemas, pero yo estoy metido hace mucho rato", dice Oñate, cuyos inicios en la vida pública fueron en la casa de la familia Gnecco, una de las más reconocidas entre las castas de la política tradicional costeña. "Como cantante fui concejal de La Paz (Cesar) y como cantante fui diputado. No me da pena entrar a la política, pero eso no significa que deje mi música".

Iván Villazón también está pensando en cambiar el acordeón que acompaña sus canciones por un micrófono en el Congreso. En su familia no sólo hay compositores y acordeoneros, sino políticos como Crispín Villazón, su padre, un ex congresista muy cercano a la casa López Michelsen.

El cantante y compositor Iván Ovalle es, quizá, el de más experiencia política en su género. Abogado, ex gerente de Telecom en Atlántico, de Telecaribe y de Corelca, lleva quince años trabajando en el sector público. Ahora prepara su campaña a la Cámara de Representantes entre juepajés y piquerías desde una sobria sede que ahora está en disputa con el senador conservador Efraín Cepeda y que en campañas anteriores perteneció a Andrés Pastrana. Tiene buenas relaciones con los conservadores y al mismo tiempo es el autor de la canción oficial del partido de la U, que promueve la candidatura de Uribe.

Tras su ruptura con Cepeda, el martes por la noche logró un preacuerdo para ser la fórmula de Jorge Visbal, el ex presidente de Fedegán, que ahora quiere ser senador. Visbal lo llamó para invitarlo a hablar sobre el tema. Por eso no pudo esperar más de tres horas a su amigo el presidente el día de la cita en Corabastos.

* Periodista de Semana.com

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