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Un Dia Como Hoy Se Nos Fue El Virtuoso Juancho Rois

Fuente: Juan Rincon Vanegas - El Pilon - juanrinconv@hotmail.com | Fecha: 2005-11-21 | Visitas: 8432

Así lo expresa su mamá , Juancho sigue vivo.

El rostro de Doña Dalia Esther Zuñiga sigue recibiendo con estoicismo las lágrimas que comenzaron a derramarse hace 11 años cuando murió su hijo Juan Humberto Rois Zuñiga.

En su casa de San Juan del Cesar todo gira en torno al célebre acordeonero que impuso su estilo y que en vida dio la más grande muestra de calidez humana. Tiene un cuarto, museo lo llama su mamá, con cuadros de la vida y obra musical del artista. Están los momentos gloriosos al lado de familiares y amigos. Todo hace indicar que en San Juan del Cesar y en ese rincón ubicado en la carrera 10 número 4-27 sigue más vivo que nunca.

A la entrada de la casa está una estatua de Juancho, dándole a todos la bienvenida. Tiene un ademán de "todo bien". Tiene la camisa, el pantalón y las botas que más le gustaban y una hermosa cadena con figura de acordeón.

Su mamá tiene todas las palabras juntas para describir a su hijo y no permite que nadie hable mal de él porque le cae irremediablemente la lengua sanjuanera. Y con razón porque su hijo es su gran adoración hasta el punto de decir que "Juancho Rois tiene dos dueños: su hijo y yo". Se acomoda en su mecedora y comienza a hablar de lo que nunca ha dejado de hablar: de su querido hijo que hoy hace 11 años partió de la vida. "De Juancho Rois tengo todos los recuerdos, principalmente su hijo. Para mí Juancho Rois no ha muerto. Él sigue viviendo, por eso este espacio que es mi casa se nota su presencia en todos lados": Señala cuadros y más cuadros colgados en la pared. Son en total 64 donde se refleja la sonrisa que nunca dejó al artista.

Despacio va sacando todas las reliquias que guarda de ese "Juanchoooo" como lo llamaba Diomedes Díaz. Y en medio de fotos, discos y cientos de detalles expresa "el último recuerdo que tengo de Juancho fue el día de su matrimonio, que fue el día más feliz de su vida. Esa fecha pasó lo más bonito de la vida, nos unimos más nosotros. Cuando él me vio que llegué a Montería, me dijo: me has hecho feliz, porque creí que no venías. Nos abrazamos largamente y me dio un beso".

En ese preciso momento el dolor se estaciona en su garganta y las lágrimas toman forma de testimonio silencioso en sus ojos y no puede hablar más. Arrebatando de un tajo el dolor replica: "con Juancho se me fue más de la mitad de mi vida". Juancho me lo regaló Dios un 25 de diciembre; nació precisamente para ser acordeonero y compositor y tuvo el don más grande que la naturaleza y su gracia le entregaron Cuenta la mamá de Juancho que tuvo que irse a trabajar para Venezuela y dejarlo bajo el cuidado de su familia. "Cuando me fui a trabajar a Maracaibo el primer regalo que le mandé fue un acordeón. Le mandaba ropa y juguetes, pero nunca faltaba el acordeón. Yo pensaba que sería músico por su gran capacidad, pero nunca que alcanzara la dimensión que tuvo y una cosa que me llena de orgullo es que todo el mundo lo quiso por su sencillez, por su amabilidad, por su carisma y por su manera única de tocar el acordeón. Era todo un personaje de la música vallenata".

En medio de su relato indica que para Juancho, San Juan del Cesar, era lo máximo. Además de ser su patria chica, era su refugio cuando sus compromisos se lo permitían. "Él adoraba a su pueblo. Se caminaba sus calles, jugaba con los niños y los jóvenes y se iba para donde las fritangueras y les daba empanadas. Ese era su deleite mayor. Ponía en fila a los chanceros y les apuntaba a cada uno y jugaba hasta con los locos. En su pueblo como dice la canción sigue siendo el Rey".

En sus amores su mamá lo defendió y no lo puso como un santo sino que lo metió dentro de los que pocos se entregaban. Fue la primera y única vez que sonrió en medio de la entrevista. "Juancho fue un hombre enamorado, pero no un enamorado apasionado que se iba a entregar a una mujer. Tenía sus amoríos, pero no era muy dado a engañar a ninguna. Tuvo acá una novia que quiso y yo también la quise": En ese instante no se atreve a confesar el nombre de la afortunada del amor de Juancho y prefiere seguir guardando el secreto. Solamente señala: "Yo hubiera querido que ese amor se hubiera concretado, pero la vida dio las vueltas necesarias y su gran amor fue Jenny Dereix con quien se casó muy enamorado. Los dos estaban enamorados y eso se notaba hasta en sus miradas". Habla entonces del matrimonio y sus ojos vuelven a ser poseídos por las lágrimas. "Estuve de acuerdo con ese matrimonio porque sabía que con ella iba a conseguir su felicidad, iba bien casado porque se llevaba una gran mujer y una gran familia. Me duele en el alma que no hubiera disfrutado por mucho tiempo su felicidad y que llegará a su plenitud que era el nacimiento de su primer hijo. Dios lo llamó sin dejarle conocer a su hijo del cual se sentía orgulloso y hablaba y hablaba sin parar de él".

Juancho Rois grabó con muchos cantantes, pero para su mamá le gustaron las grabaciones que hizo con Jorge Oñate.

En los últimos meses Doña Dalia, ha sufrido constantes quebrantos de salud e incluso el médico le prohibió visitar la tumba de su hijo. A pesar de eso le envía las flores y pide que le recen, pero en medio de la charla manifiesta que Juancho hace milagros.

"A mi casa llega mucha gente de todas partes a decirme que le pidieron a Juancho Rois y les hizo el milagro. De Barranquilla llegó un señor a conocerme y a decirme que me daba las gracias por haber tenido un hijo tan bueno. Me contó que tenía una grave situación económica y él se la solucionó. También otra persona llegó diciendo que tenía una enfermedad y Juancho la curó. Yo creo todo eso porque mi hijo era muy humanitario.

Finalmente la mamá de Juancho indicó que había soñado con su hijo y que le dijo que su vida iba a cambiar y me dictó los números 935 y 358, pero nunca le ha apostado a la suerte La anécdota de la abuela Juancho Rois vivió mucho tiempo en San Juan del Cesar en la casa de su abuela paterna Rosa María Fernández de Rois. Él sobresalía como buen acordeonero.

En cierta ocasión Juancho quería venir a Valledupar al baile de lanzamiento del primer disco de Beto Zabaleta con Emilio Oviedo, pero sabía que su abuela no lo iba a dejar viajar. Entonces con su astucia sanjuanera se puso de acuerdo con sus amigos Joseito Parodi Daza y Armando Sarmiento y se acostó a las siete de la noche y tres horas después, cuando todos dormían, se escapó y se vino para Valledupar. Esa noche le dieron la oportunidad de tocar en la tarima y demostró su sabiduría musical. Como a las tres de la mañana retornó a San Juan del Cesar y se acostó como si nada hubiese ocurrido. En las horas de la mañana por la emisora Radio Guatapurí hicieron el comentario del baile y de la actuación especial de Juancho Rois. Cuando su abuela Rosa María escuchó el comentario expresó: "Vee, ese radio está loco; y que Juancho tocó anoche en el Valle. Mucha mentira esa, si se acostó a las siete de la noche y mira que todavía es la hora y está durmiendo".

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11 años después

Jenny, Lénida, Diana y sus hijos

A tres mujeres el 21 de noviembre de 1994 todo les cambio. Jenny se quedó sin Juancho Rois estando recién casada; Lénida sin Rangel "El Maño" Torres y con tres hijos y Eudes dejó a Diana con sus dos hijas.

Hablar con ellas de esos momentos de ausencia y precisamente del fatal regreso desde Venezuela, fue algo más que triste. Sacando fuerzas del fondo de sus almas y sin ocultar las lágrimas, fueron deshilvanando recuerdos hasta tratar de quedar a paz y salvo con su conciencia. JENNY DEREIX

Fueron 33 dias de matrimonio, una noticia de un bebé que hizo agotar todas las flores de una vendedora y una ilusión que se fue con él porque nunca lo conoció.

"A Juancho lo conocí en Bogotá y de ahí comenzamos a salir hasta que nos hicimos novios. Vivimos dos años de amores hasta que nos casamos, pero la felicidad duró poco mas por cosas del destino que por voluntad nuestra. Fueron 33 días de matrimonio y recuerdo que cuando le dije que estaba embarazada se puso muy contento, demasiado contento. Él estaba en grabación y yo fui a darle la noticia. Ese día recuerdo como detalle especial que me compró todas las flores que tenía una vendedora".

Al otro lado de la línea telefónica, en Montería, Jenny se queda callada recogiendo pedazos del ayer, arma el rompecabezas de lo que sin duda son sus mejores recuerdos, acomoda el dolor en su alma y continúa. "Los días eran normales. Caminábamos juntos, nos bañábamos, me acompañaba a la universidad. Eramos muy felices" y cierra con un dejo de nostalgia como si hasta allí hubiese alcanzado a durar la dicha. En medio de esos recuerdos tocamos la partida de Juancho y entonces se quiebra el cristal de ese bello encanto.

"Él me llamaba constantemente de Venezuela. Ese día me llamó en la mañana y me dijo que iba a tocar una parranda y que regresaba lo más pronto posible. Yo estaba sola en el apartamento en Bogotá y me llamaron para decirme que Juancho se había accidentado. Como pude conseguí el número telefónico de allá. Llamé y me dijeron que había muerto. Lloré, grité y mi dolor no tenía nombre porque Juancho no pudo disfrutar de la felicidad y el derecho de ver nacer y crecer a su hijo". En este instante volvió a sentirse el silencio y vino la despedida.

De la unión de Juancho y Jenny nació el niño Juan Humberto Rois Dereix, quien cuenta con 10 años y culminó sus estudios primarios. El niño dice que no le seguirá los pasos a su papá. "Yo no quiero ser acordeonero, quiero ser ganadero, expresó. El niño ha crecido en medio del ambiente de su familia materna en Montería, quizás el mismo le ha abierto posibilidades distintas a la música que sin duda en San Juan, tierra de su padre por condición genética y el medio habría adquirido.

LÉNIDA ZULETA

Hace 11 años quedamos a encontrarnos en Maicao, sin embargo la cita nunca la pudo cumplir. "Rangel era una persona alegre, jocosa, descomplicada y por eso tuvo el honor de ser premiado con la amistad de mucha gente. Cuando no atendía su trabajo musical con los grupos donde actuó se dedicaba de lleno a su hogar. Era tanta la acogida que tenía con los grupos que grabó con su bajo 180 discos".

A continuación se embarca en la nave de la añoranza para repasar sus primeros años de noviazgo y posterior matrimonio.

"Frente a mi casa en el barrio San Joaquín vivía Rafita Zuleta. En esa casa se reunían los músicos y yo veía a Rangel, pero hasta ahí, en cambió él si estaba enamorado. Era un enamorado callado y se manifestaba enviándome flores y dándome serenatas. Él estaba bien enamorado, pero a mí no me gustaban los músicos por la fama de picaflor que siempre han tenido, pero al verle su decisión de ennoviarse conmigo le acepté y duramos en esa etapa un año y un mes. Nos casamos el 31 de enero de 1979, el día de su cumpleaños".

De la unión de Maño Torres y Lénida Zuleta nacieron Rafael Reyes, Ana Milena y Rangel David. El artista había contraído un compromiso de encontrarse con su esposa en Maicao, precisamente el día 21 de noviembre, hoy hace 11 años, pero la cita nunca la pudo cumplir.

"Nosotros quedamos a realizar unas compras en Maicao y como él estaba en Venezuela me dijo que me esperaba al mediodía, pero pasaron las horas y no aparecía por ningún lado y decidí venirme para Valledupar. Era la primera vez que me incumplía. Me había dejado olvidada en Maicao y venía tan resentida que prometí que me las iba a pagar porque ni comida le iba a guardar cuando regresara".

Lo que ella no sabía era que Maño estaba de partida de la tierra. Entonces Lénida se mete por los vericuetos del dolor y señala que "Mi mamá, Ana Morales, me llamó para comentarme que el grupo de Diomedes había tenido un accidente en una avioneta y enseguida dije que eso no era posible porque ellos venían en bus. La casa se fue llenando de gente y toda era confusión cuando llegó una persona a darme el pésame y me desmayé. Se puede imaginar lo que siguió, pero Dios me dio las fuerzas necesarias para soportar tanto dolor junto".

Finalmente recuerda que ese año salió pensionada de Telecom y él le había prometido una fiesta con una banda papayera que se quedó en planes porque Maño partió a su encuentro con Dios.

Hoy Lénida continúa sacando adelante a sus hijos. Rafael Reyes, tiene 25 años y se graduó en microbiología agroindustrial en la Universidad Popular del Cesar. Además toca la batería en la agrupación de Martín Elías Díaz; Ana Milena cuenta con 22 años y recibió por intermedio de la Universidad Popular del Cesar el grado de administradora de empresas y el menor Rangel David cursa cuarto semestre de administración de empresas en la Universidad Popular del Cesar. DIANA NUÑEZ

Me enamoraron su silencio, el lenguaje de las miradas, las manos y las serenatas.

"A Eudes lo conocí en mi época de estudiante a través de su hermana Patricia que me llamaba cuñada sin serlo. Nos amigamos y luego nos ennoviamos. Duramos dos años de amores hasta que nos casamos. Eudes era un joven con cosas de viejo; su nobleza no le permitía conocer la maldad. Era tímido y aprendimos el lenguaje de las manos y las miradas que decían más que mil palabras. Recuerdo que me serenateaba con las canciones "Sorayita", "Se te nota en la mirada" y "Tu ensoñación". Era muy hogareño y decía que en su casa tenía tres rosas: sus hijas Dalma Yanina, Diana Isabel y yo.

Realizaba bien su oficio de técnico de acordeones y por sus taller pasaron los instrumentos de los más importantes y jóvenes talentos. Lo suyo fue siempre el arreglo de acordeones porque no quiso rivalizar con sus hermanos Hugo Carlos y Juan José".

Para Diana volver a recordar esos momentos tristes cuando le dieron la noticia de la muerte de su amado no fue nada fácil, pero cerró los ojos al igual que lo hacia cuando escuchaba las serenatas y comenzó el relato.

"Ese día amanecí apagada, bastante triste y no comprendía por qué. En horas de la tarde presentía que Eudes llegaría y me alisté para recibirlo como cualquier mujer enamorada, pero pasaron los minutos y las horas y no llegaba. En horas de la noche recibí una llamada de la casa de Eudes donde me decían que varios integrantes del conjunto de Diomedes habían sufrido un accidente. Corté la llamada y ví a la gente ingresando a la casa diciéndome que tenía que ser fuerte, pero nadie se atrevía a decirme nada. Yo gritaba y lloraba y por la radio sonaba la canción "Por qué razón" y fue entonces cuando confirmaron la muerte de Juancho, de Maño y de Eudes. Esas horas fueron terribles hasta esperar el día en que me lo trajeron. A partir de ese momento se me descuadernó la vida y todo no ha sido igual".

Eudes Enrique Granados Córdoba vive en el corazón de tres mujeres que cada domingo adornan su tumba con tres rosas rojas y al despedirse le cantan:
Me voy, pero ten presente
que en mi alma llevo
tu imagen grabada.
Tu sabes que el amor
cuando es del alma
aquel que se encuentra lejos
de allá se quiere venir.
Y yo, un momento de estos vuelvo
Porque es que me he dado cuenta
Que sin ti, no puedo vivir.
Sin ti, sin ti no puedo vivir...
Sin ti, sin ti, sin ti
Mi amor me puedo morir...

Diana Nuñez cierra con el más profundo dolor al sintetizar lo que siente así: "Eudes me dejó de herencia a mis dos hijas, una que cursa quinto semestre en la Universidad Popular del Cesar y una bachiller del CASD, y me quedó debiendo una casa y un hijo".

VUELO SINIESTRO

El guacharaquero Jesualdo "El Zurdo Ustáriz, recuerda el suceso de hace 11 años cuando estuvo a punto de perecer en un accidente aéreo donde perdieron la vida Juancho Rois, Rangel "El Maño" Torres y Eudes Granados.

Hoy con toda la pausa del caso relata en detalle el hecho que enlutó al folclor vallenato. "Esa mañana Juancho Rois me comunicó que íbamos a tocarle una parranda al "Butty", un conocido empresario de Venezuela, en una población llamada "El Tigre". El viaje estaba preparado para el mediodía, pero al final arrancamos en la tardecita, eran como las cinco y media. Recuerdo que el piloto de la avioneta no quería ir porque era lejos y estaba muy tarde. Se comunicaron con el empresario y se ordenó el viaje. A mí como era el más flaco me mandaron para la última silla. A Tito Castilla, más adelante. En el medio iban Eudes y Maño, los dos más gordos y con el piloto iba Juancho Rois.

Como a las 6 y 30 de la tarde comenzamos a ver luces en el pueblo y la avioneta no aterrizaba y era que la pista estaba cerrada y sin luces. Finalmente cogimos una recta de una autopista donde habían muchos carros. Y de pronto la avioneta se golpeó de un lado, después supe que se dio contra un templete de una torre y nos fuimos al suelo. Fue un golpe seco. Al caer había silencio y estaba todo oscuro. Yo comencé a gritar porque creía que el aparato iba a explotar. Llamaba a mis compañeros y nadie me respondía. Al poco rato llegaron a auxiliarnos".

Hace una pausa para volver a contar esa historia de la cual fue protagonista principal porque nunca perdió el conocimiento que incluso algunos lo llamaron en su momento "la caja negra humana". Atrae nuevamente los recuerdos y dice "Después de eso lo primero que oí era que había dos muertos y cuatro heridos. Supe que los muertos eran el piloto y Eudes. Nos montaron en una camioneta para llevarnos al hospital más cercano. En el trayecto Juancho y Maño se quejaban. Tito, iba inconsciente. Al llegar al hospital como a los diez minutos fallecieron Juancho y Maño y Tito y yo quedamos pendiendo de la vida". El Zurdo Ustáriz después de ocho intervenciones quirúrgicas se recuperó; a Tito Castilla también lo salvó la ciencia. Son los únicos sobrevivientes de esta tragedia.




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Un Dia Como Hoy Se Nos Fue El Virtuoso Juancho Rois

Fuente: Juan Rincon Vanegas - El Pilon - juanrinconv@hotmail.com | Fecha: 2005-11-21 | Visitas: 8432

Un Dia Como Hoy Se Nos Fue El Virtuoso Juancho Rois

Así lo expresa su mamá , Juancho sigue vivo.

El rostro de Doña Dalia Esther Zuñiga sigue recibiendo con estoicismo las lágrimas que comenzaron a derramarse hace 11 años cuando murió su hijo Juan Humberto Rois Zuñiga.

En su casa de San Juan del Cesar todo gira en torno al célebre acordeonero que impuso su estilo y que en vida dio la más grande muestra de calidez humana. Tiene un cuarto, museo lo llama su mamá, con cuadros de la vida y obra musical del artista. Están los momentos gloriosos al lado de familiares y amigos. Todo hace indicar que en San Juan del Cesar y en ese rincón ubicado en la carrera 10 número 4-27 sigue más vivo que nunca.

A la entrada de la casa está una estatua de Juancho, dándole a todos la bienvenida. Tiene un ademán de "todo bien". Tiene la camisa, el pantalón y las botas que más le gustaban y una hermosa cadena con figura de acordeón.

Su mamá tiene todas las palabras juntas para describir a su hijo y no permite que nadie hable mal de él porque le cae irremediablemente la lengua sanjuanera. Y con razón porque su hijo es su gran adoración hasta el punto de decir que "Juancho Rois tiene dos dueños: su hijo y yo". Se acomoda en su mecedora y comienza a hablar de lo que nunca ha dejado de hablar: de su querido hijo que hoy hace 11 años partió de la vida. "De Juancho Rois tengo todos los recuerdos, principalmente su hijo. Para mí Juancho Rois no ha muerto. Él sigue viviendo, por eso este espacio que es mi casa se nota su presencia en todos lados": Señala cuadros y más cuadros colgados en la pared. Son en total 64 donde se refleja la sonrisa que nunca dejó al artista.

Despacio va sacando todas las reliquias que guarda de ese "Juanchoooo" como lo llamaba Diomedes Díaz. Y en medio de fotos, discos y cientos de detalles expresa "el último recuerdo que tengo de Juancho fue el día de su matrimonio, que fue el día más feliz de su vida. Esa fecha pasó lo más bonito de la vida, nos unimos más nosotros. Cuando él me vio que llegué a Montería, me dijo: me has hecho feliz, porque creí que no venías. Nos abrazamos largamente y me dio un beso".

En ese preciso momento el dolor se estaciona en su garganta y las lágrimas toman forma de testimonio silencioso en sus ojos y no puede hablar más. Arrebatando de un tajo el dolor replica: "con Juancho se me fue más de la mitad de mi vida". Juancho me lo regaló Dios un 25 de diciembre; nació precisamente para ser acordeonero y compositor y tuvo el don más grande que la naturaleza y su gracia le entregaron Cuenta la mamá de Juancho que tuvo que irse a trabajar para Venezuela y dejarlo bajo el cuidado de su familia. "Cuando me fui a trabajar a Maracaibo el primer regalo que le mandé fue un acordeón. Le mandaba ropa y juguetes, pero nunca faltaba el acordeón. Yo pensaba que sería músico por su gran capacidad, pero nunca que alcanzara la dimensión que tuvo y una cosa que me llena de orgullo es que todo el mundo lo quiso por su sencillez, por su amabilidad, por su carisma y por su manera única de tocar el acordeón. Era todo un personaje de la música vallenata".

En medio de su relato indica que para Juancho, San Juan del Cesar, era lo máximo. Además de ser su patria chica, era su refugio cuando sus compromisos se lo permitían. "Él adoraba a su pueblo. Se caminaba sus calles, jugaba con los niños y los jóvenes y se iba para donde las fritangueras y les daba empanadas. Ese era su deleite mayor. Ponía en fila a los chanceros y les apuntaba a cada uno y jugaba hasta con los locos. En su pueblo como dice la canción sigue siendo el Rey".

En sus amores su mamá lo defendió y no lo puso como un santo sino que lo metió dentro de los que pocos se entregaban. Fue la primera y única vez que sonrió en medio de la entrevista. "Juancho fue un hombre enamorado, pero no un enamorado apasionado que se iba a entregar a una mujer. Tenía sus amoríos, pero no era muy dado a engañar a ninguna. Tuvo acá una novia que quiso y yo también la quise": En ese instante no se atreve a confesar el nombre de la afortunada del amor de Juancho y prefiere seguir guardando el secreto. Solamente señala: "Yo hubiera querido que ese amor se hubiera concretado, pero la vida dio las vueltas necesarias y su gran amor fue Jenny Dereix con quien se casó muy enamorado. Los dos estaban enamorados y eso se notaba hasta en sus miradas". Habla entonces del matrimonio y sus ojos vuelven a ser poseídos por las lágrimas. "Estuve de acuerdo con ese matrimonio porque sabía que con ella iba a conseguir su felicidad, iba bien casado porque se llevaba una gran mujer y una gran familia. Me duele en el alma que no hubiera disfrutado por mucho tiempo su felicidad y que llegará a su plenitud que era el nacimiento de su primer hijo. Dios lo llamó sin dejarle conocer a su hijo del cual se sentía orgulloso y hablaba y hablaba sin parar de él".

Juancho Rois grabó con muchos cantantes, pero para su mamá le gustaron las grabaciones que hizo con Jorge Oñate.

En los últimos meses Doña Dalia, ha sufrido constantes quebrantos de salud e incluso el médico le prohibió visitar la tumba de su hijo. A pesar de eso le envía las flores y pide que le recen, pero en medio de la charla manifiesta que Juancho hace milagros.

"A mi casa llega mucha gente de todas partes a decirme que le pidieron a Juancho Rois y les hizo el milagro. De Barranquilla llegó un señor a conocerme y a decirme que me daba las gracias por haber tenido un hijo tan bueno. Me contó que tenía una grave situación económica y él se la solucionó. También otra persona llegó diciendo que tenía una enfermedad y Juancho la curó. Yo creo todo eso porque mi hijo era muy humanitario.

Finalmente la mamá de Juancho indicó que había soñado con su hijo y que le dijo que su vida iba a cambiar y me dictó los números 935 y 358, pero nunca le ha apostado a la suerte La anécdota de la abuela Juancho Rois vivió mucho tiempo en San Juan del Cesar en la casa de su abuela paterna Rosa María Fernández de Rois. Él sobresalía como buen acordeonero.

En cierta ocasión Juancho quería venir a Valledupar al baile de lanzamiento del primer disco de Beto Zabaleta con Emilio Oviedo, pero sabía que su abuela no lo iba a dejar viajar. Entonces con su astucia sanjuanera se puso de acuerdo con sus amigos Joseito Parodi Daza y Armando Sarmiento y se acostó a las siete de la noche y tres horas después, cuando todos dormían, se escapó y se vino para Valledupar. Esa noche le dieron la oportunidad de tocar en la tarima y demostró su sabiduría musical. Como a las tres de la mañana retornó a San Juan del Cesar y se acostó como si nada hubiese ocurrido. En las horas de la mañana por la emisora Radio Guatapurí hicieron el comentario del baile y de la actuación especial de Juancho Rois. Cuando su abuela Rosa María escuchó el comentario expresó: "Vee, ese radio está loco; y que Juancho tocó anoche en el Valle. Mucha mentira esa, si se acostó a las siete de la noche y mira que todavía es la hora y está durmiendo".

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11 años después

Jenny, Lénida, Diana y sus hijos

A tres mujeres el 21 de noviembre de 1994 todo les cambio. Jenny se quedó sin Juancho Rois estando recién casada; Lénida sin Rangel "El Maño" Torres y con tres hijos y Eudes dejó a Diana con sus dos hijas.

Hablar con ellas de esos momentos de ausencia y precisamente del fatal regreso desde Venezuela, fue algo más que triste. Sacando fuerzas del fondo de sus almas y sin ocultar las lágrimas, fueron deshilvanando recuerdos hasta tratar de quedar a paz y salvo con su conciencia. JENNY DEREIX

Fueron 33 dias de matrimonio, una noticia de un bebé que hizo agotar todas las flores de una vendedora y una ilusión que se fue con él porque nunca lo conoció.

"A Juancho lo conocí en Bogotá y de ahí comenzamos a salir hasta que nos hicimos novios. Vivimos dos años de amores hasta que nos casamos, pero la felicidad duró poco mas por cosas del destino que por voluntad nuestra. Fueron 33 días de matrimonio y recuerdo que cuando le dije que estaba embarazada se puso muy contento, demasiado contento. Él estaba en grabación y yo fui a darle la noticia. Ese día recuerdo como detalle especial que me compró todas las flores que tenía una vendedora".

Al otro lado de la línea telefónica, en Montería, Jenny se queda callada recogiendo pedazos del ayer, arma el rompecabezas de lo que sin duda son sus mejores recuerdos, acomoda el dolor en su alma y continúa. "Los días eran normales. Caminábamos juntos, nos bañábamos, me acompañaba a la universidad. Eramos muy felices" y cierra con un dejo de nostalgia como si hasta allí hubiese alcanzado a durar la dicha. En medio de esos recuerdos tocamos la partida de Juancho y entonces se quiebra el cristal de ese bello encanto.

"Él me llamaba constantemente de Venezuela. Ese día me llamó en la mañana y me dijo que iba a tocar una parranda y que regresaba lo más pronto posible. Yo estaba sola en el apartamento en Bogotá y me llamaron para decirme que Juancho se había accidentado. Como pude conseguí el número telefónico de allá. Llamé y me dijeron que había muerto. Lloré, grité y mi dolor no tenía nombre porque Juancho no pudo disfrutar de la felicidad y el derecho de ver nacer y crecer a su hijo". En este instante volvió a sentirse el silencio y vino la despedida.

De la unión de Juancho y Jenny nació el niño Juan Humberto Rois Dereix, quien cuenta con 10 años y culminó sus estudios primarios. El niño dice que no le seguirá los pasos a su papá. "Yo no quiero ser acordeonero, quiero ser ganadero, expresó. El niño ha crecido en medio del ambiente de su familia materna en Montería, quizás el mismo le ha abierto posibilidades distintas a la música que sin duda en San Juan, tierra de su padre por condición genética y el medio habría adquirido.

LÉNIDA ZULETA

Hace 11 años quedamos a encontrarnos en Maicao, sin embargo la cita nunca la pudo cumplir. "Rangel era una persona alegre, jocosa, descomplicada y por eso tuvo el honor de ser premiado con la amistad de mucha gente. Cuando no atendía su trabajo musical con los grupos donde actuó se dedicaba de lleno a su hogar. Era tanta la acogida que tenía con los grupos que grabó con su bajo 180 discos".

A continuación se embarca en la nave de la añoranza para repasar sus primeros años de noviazgo y posterior matrimonio.

"Frente a mi casa en el barrio San Joaquín vivía Rafita Zuleta. En esa casa se reunían los músicos y yo veía a Rangel, pero hasta ahí, en cambió él si estaba enamorado. Era un enamorado callado y se manifestaba enviándome flores y dándome serenatas. Él estaba bien enamorado, pero a mí no me gustaban los músicos por la fama de picaflor que siempre han tenido, pero al verle su decisión de ennoviarse conmigo le acepté y duramos en esa etapa un año y un mes. Nos casamos el 31 de enero de 1979, el día de su cumpleaños".

De la unión de Maño Torres y Lénida Zuleta nacieron Rafael Reyes, Ana Milena y Rangel David. El artista había contraído un compromiso de encontrarse con su esposa en Maicao, precisamente el día 21 de noviembre, hoy hace 11 años, pero la cita nunca la pudo cumplir.

"Nosotros quedamos a realizar unas compras en Maicao y como él estaba en Venezuela me dijo que me esperaba al mediodía, pero pasaron las horas y no aparecía por ningún lado y decidí venirme para Valledupar. Era la primera vez que me incumplía. Me había dejado olvidada en Maicao y venía tan resentida que prometí que me las iba a pagar porque ni comida le iba a guardar cuando regresara".

Lo que ella no sabía era que Maño estaba de partida de la tierra. Entonces Lénida se mete por los vericuetos del dolor y señala que "Mi mamá, Ana Morales, me llamó para comentarme que el grupo de Diomedes había tenido un accidente en una avioneta y enseguida dije que eso no era posible porque ellos venían en bus. La casa se fue llenando de gente y toda era confusión cuando llegó una persona a darme el pésame y me desmayé. Se puede imaginar lo que siguió, pero Dios me dio las fuerzas necesarias para soportar tanto dolor junto".

Finalmente recuerda que ese año salió pensionada de Telecom y él le había prometido una fiesta con una banda papayera que se quedó en planes porque Maño partió a su encuentro con Dios.

Hoy Lénida continúa sacando adelante a sus hijos. Rafael Reyes, tiene 25 años y se graduó en microbiología agroindustrial en la Universidad Popular del Cesar. Además toca la batería en la agrupación de Martín Elías Díaz; Ana Milena cuenta con 22 años y recibió por intermedio de la Universidad Popular del Cesar el grado de administradora de empresas y el menor Rangel David cursa cuarto semestre de administración de empresas en la Universidad Popular del Cesar. DIANA NUÑEZ

Me enamoraron su silencio, el lenguaje de las miradas, las manos y las serenatas.

"A Eudes lo conocí en mi época de estudiante a través de su hermana Patricia que me llamaba cuñada sin serlo. Nos amigamos y luego nos ennoviamos. Duramos dos años de amores hasta que nos casamos. Eudes era un joven con cosas de viejo; su nobleza no le permitía conocer la maldad. Era tímido y aprendimos el lenguaje de las manos y las miradas que decían más que mil palabras. Recuerdo que me serenateaba con las canciones "Sorayita", "Se te nota en la mirada" y "Tu ensoñación". Era muy hogareño y decía que en su casa tenía tres rosas: sus hijas Dalma Yanina, Diana Isabel y yo.

Realizaba bien su oficio de técnico de acordeones y por sus taller pasaron los instrumentos de los más importantes y jóvenes talentos. Lo suyo fue siempre el arreglo de acordeones porque no quiso rivalizar con sus hermanos Hugo Carlos y Juan José".

Para Diana volver a recordar esos momentos tristes cuando le dieron la noticia de la muerte de su amado no fue nada fácil, pero cerró los ojos al igual que lo hacia cuando escuchaba las serenatas y comenzó el relato.

"Ese día amanecí apagada, bastante triste y no comprendía por qué. En horas de la tarde presentía que Eudes llegaría y me alisté para recibirlo como cualquier mujer enamorada, pero pasaron los minutos y las horas y no llegaba. En horas de la noche recibí una llamada de la casa de Eudes donde me decían que varios integrantes del conjunto de Diomedes habían sufrido un accidente. Corté la llamada y ví a la gente ingresando a la casa diciéndome que tenía que ser fuerte, pero nadie se atrevía a decirme nada. Yo gritaba y lloraba y por la radio sonaba la canción "Por qué razón" y fue entonces cuando confirmaron la muerte de Juancho, de Maño y de Eudes. Esas horas fueron terribles hasta esperar el día en que me lo trajeron. A partir de ese momento se me descuadernó la vida y todo no ha sido igual".

Eudes Enrique Granados Córdoba vive en el corazón de tres mujeres que cada domingo adornan su tumba con tres rosas rojas y al despedirse le cantan:
Me voy, pero ten presente
que en mi alma llevo
tu imagen grabada.
Tu sabes que el amor
cuando es del alma
aquel que se encuentra lejos
de allá se quiere venir.
Y yo, un momento de estos vuelvo
Porque es que me he dado cuenta
Que sin ti, no puedo vivir.
Sin ti, sin ti no puedo vivir...
Sin ti, sin ti, sin ti
Mi amor me puedo morir...

Diana Nuñez cierra con el más profundo dolor al sintetizar lo que siente así: "Eudes me dejó de herencia a mis dos hijas, una que cursa quinto semestre en la Universidad Popular del Cesar y una bachiller del CASD, y me quedó debiendo una casa y un hijo".

VUELO SINIESTRO

El guacharaquero Jesualdo "El Zurdo Ustáriz, recuerda el suceso de hace 11 años cuando estuvo a punto de perecer en un accidente aéreo donde perdieron la vida Juancho Rois, Rangel "El Maño" Torres y Eudes Granados.

Hoy con toda la pausa del caso relata en detalle el hecho que enlutó al folclor vallenato. "Esa mañana Juancho Rois me comunicó que íbamos a tocarle una parranda al "Butty", un conocido empresario de Venezuela, en una población llamada "El Tigre". El viaje estaba preparado para el mediodía, pero al final arrancamos en la tardecita, eran como las cinco y media. Recuerdo que el piloto de la avioneta no quería ir porque era lejos y estaba muy tarde. Se comunicaron con el empresario y se ordenó el viaje. A mí como era el más flaco me mandaron para la última silla. A Tito Castilla, más adelante. En el medio iban Eudes y Maño, los dos más gordos y con el piloto iba Juancho Rois.

Como a las 6 y 30 de la tarde comenzamos a ver luces en el pueblo y la avioneta no aterrizaba y era que la pista estaba cerrada y sin luces. Finalmente cogimos una recta de una autopista donde habían muchos carros. Y de pronto la avioneta se golpeó de un lado, después supe que se dio contra un templete de una torre y nos fuimos al suelo. Fue un golpe seco. Al caer había silencio y estaba todo oscuro. Yo comencé a gritar porque creía que el aparato iba a explotar. Llamaba a mis compañeros y nadie me respondía. Al poco rato llegaron a auxiliarnos".

Hace una pausa para volver a contar esa historia de la cual fue protagonista principal porque nunca perdió el conocimiento que incluso algunos lo llamaron en su momento "la caja negra humana". Atrae nuevamente los recuerdos y dice "Después de eso lo primero que oí era que había dos muertos y cuatro heridos. Supe que los muertos eran el piloto y Eudes. Nos montaron en una camioneta para llevarnos al hospital más cercano. En el trayecto Juancho y Maño se quejaban. Tito, iba inconsciente. Al llegar al hospital como a los diez minutos fallecieron Juancho y Maño y Tito y yo quedamos pendiendo de la vida". El Zurdo Ustáriz después de ocho intervenciones quirúrgicas se recuperó; a Tito Castilla también lo salvó la ciencia. Son los únicos sobrevivientes de esta tragedia.




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Un Dia Como Hoy Se Nos Fue El Virtuoso Juancho Rois

Fuente: Juan Rincon Vanegas - El Pilon - juanrinconv@hotmail.com | Fecha: 2005-11-21 | Visitas: 8432

Un Dia Como Hoy Se Nos Fue El Virtuoso Juancho Rois

Así lo expresa su mamá , Juancho sigue vivo.

El rostro de Doña Dalia Esther Zuñiga sigue recibiendo con estoicismo las lágrimas que comenzaron a derramarse hace 11 años cuando murió su hijo Juan Humberto Rois Zuñiga.

En su casa de San Juan del Cesar todo gira en torno al célebre acordeonero que impuso su estilo y que en vida dio la más grande muestra de calidez humana. Tiene un cuarto, museo lo llama su mamá, con cuadros de la vida y obra musical del artista. Están los momentos gloriosos al lado de familiares y amigos. Todo hace indicar que en San Juan del Cesar y en ese rincón ubicado en la carrera 10 número 4-27 sigue más vivo que nunca.

A la entrada de la casa está una estatua de Juancho, dándole a todos la bienvenida. Tiene un ademán de "todo bien". Tiene la camisa, el pantalón y las botas que más le gustaban y una hermosa cadena con figura de acordeón.

Su mamá tiene todas las palabras juntas para describir a su hijo y no permite que nadie hable mal de él porque le cae irremediablemente la lengua sanjuanera. Y con razón porque su hijo es su gran adoración hasta el punto de decir que "Juancho Rois tiene dos dueños: su hijo y yo". Se acomoda en su mecedora y comienza a hablar de lo que nunca ha dejado de hablar: de su querido hijo que hoy hace 11 años partió de la vida. "De Juancho Rois tengo todos los recuerdos, principalmente su hijo. Para mí Juancho Rois no ha muerto. Él sigue viviendo, por eso este espacio que es mi casa se nota su presencia en todos lados": Señala cuadros y más cuadros colgados en la pared. Son en total 64 donde se refleja la sonrisa que nunca dejó al artista.

Despacio va sacando todas las reliquias que guarda de ese "Juanchoooo" como lo llamaba Diomedes Díaz. Y en medio de fotos, discos y cientos de detalles expresa "el último recuerdo que tengo de Juancho fue el día de su matrimonio, que fue el día más feliz de su vida. Esa fecha pasó lo más bonito de la vida, nos unimos más nosotros. Cuando él me vio que llegué a Montería, me dijo: me has hecho feliz, porque creí que no venías. Nos abrazamos largamente y me dio un beso".

En ese preciso momento el dolor se estaciona en su garganta y las lágrimas toman forma de testimonio silencioso en sus ojos y no puede hablar más. Arrebatando de un tajo el dolor replica: "con Juancho se me fue más de la mitad de mi vida". Juancho me lo regaló Dios un 25 de diciembre; nació precisamente para ser acordeonero y compositor y tuvo el don más grande que la naturaleza y su gracia le entregaron Cuenta la mamá de Juancho que tuvo que irse a trabajar para Venezuela y dejarlo bajo el cuidado de su familia. "Cuando me fui a trabajar a Maracaibo el primer regalo que le mandé fue un acordeón. Le mandaba ropa y juguetes, pero nunca faltaba el acordeón. Yo pensaba que sería músico por su gran capacidad, pero nunca que alcanzara la dimensión que tuvo y una cosa que me llena de orgullo es que todo el mundo lo quiso por su sencillez, por su amabilidad, por su carisma y por su manera única de tocar el acordeón. Era todo un personaje de la música vallenata".

En medio de su relato indica que para Juancho, San Juan del Cesar, era lo máximo. Además de ser su patria chica, era su refugio cuando sus compromisos se lo permitían. "Él adoraba a su pueblo. Se caminaba sus calles, jugaba con los niños y los jóvenes y se iba para donde las fritangueras y les daba empanadas. Ese era su deleite mayor. Ponía en fila a los chanceros y les apuntaba a cada uno y jugaba hasta con los locos. En su pueblo como dice la canción sigue siendo el Rey".

En sus amores su mamá lo defendió y no lo puso como un santo sino que lo metió dentro de los que pocos se entregaban. Fue la primera y única vez que sonrió en medio de la entrevista. "Juancho fue un hombre enamorado, pero no un enamorado apasionado que se iba a entregar a una mujer. Tenía sus amoríos, pero no era muy dado a engañar a ninguna. Tuvo acá una novia que quiso y yo también la quise": En ese instante no se atreve a confesar el nombre de la afortunada del amor de Juancho y prefiere seguir guardando el secreto. Solamente señala: "Yo hubiera querido que ese amor se hubiera concretado, pero la vida dio las vueltas necesarias y su gran amor fue Jenny Dereix con quien se casó muy enamorado. Los dos estaban enamorados y eso se notaba hasta en sus miradas". Habla entonces del matrimonio y sus ojos vuelven a ser poseídos por las lágrimas. "Estuve de acuerdo con ese matrimonio porque sabía que con ella iba a conseguir su felicidad, iba bien casado porque se llevaba una gran mujer y una gran familia. Me duele en el alma que no hubiera disfrutado por mucho tiempo su felicidad y que llegará a su plenitud que era el nacimiento de su primer hijo. Dios lo llamó sin dejarle conocer a su hijo del cual se sentía orgulloso y hablaba y hablaba sin parar de él".

Juancho Rois grabó con muchos cantantes, pero para su mamá le gustaron las grabaciones que hizo con Jorge Oñate.

En los últimos meses Doña Dalia, ha sufrido constantes quebrantos de salud e incluso el médico le prohibió visitar la tumba de su hijo. A pesar de eso le envía las flores y pide que le recen, pero en medio de la charla manifiesta que Juancho hace milagros.

"A mi casa llega mucha gente de todas partes a decirme que le pidieron a Juancho Rois y les hizo el milagro. De Barranquilla llegó un señor a conocerme y a decirme que me daba las gracias por haber tenido un hijo tan bueno. Me contó que tenía una grave situación económica y él se la solucionó. También otra persona llegó diciendo que tenía una enfermedad y Juancho la curó. Yo creo todo eso porque mi hijo era muy humanitario.

Finalmente la mamá de Juancho indicó que había soñado con su hijo y que le dijo que su vida iba a cambiar y me dictó los números 935 y 358, pero nunca le ha apostado a la suerte La anécdota de la abuela Juancho Rois vivió mucho tiempo en San Juan del Cesar en la casa de su abuela paterna Rosa María Fernández de Rois. Él sobresalía como buen acordeonero.

En cierta ocasión Juancho quería venir a Valledupar al baile de lanzamiento del primer disco de Beto Zabaleta con Emilio Oviedo, pero sabía que su abuela no lo iba a dejar viajar. Entonces con su astucia sanjuanera se puso de acuerdo con sus amigos Joseito Parodi Daza y Armando Sarmiento y se acostó a las siete de la noche y tres horas después, cuando todos dormían, se escapó y se vino para Valledupar. Esa noche le dieron la oportunidad de tocar en la tarima y demostró su sabiduría musical. Como a las tres de la mañana retornó a San Juan del Cesar y se acostó como si nada hubiese ocurrido. En las horas de la mañana por la emisora Radio Guatapurí hicieron el comentario del baile y de la actuación especial de Juancho Rois. Cuando su abuela Rosa María escuchó el comentario expresó: "Vee, ese radio está loco; y que Juancho tocó anoche en el Valle. Mucha mentira esa, si se acostó a las siete de la noche y mira que todavía es la hora y está durmiendo".

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11 años después

Jenny, Lénida, Diana y sus hijos

A tres mujeres el 21 de noviembre de 1994 todo les cambio. Jenny se quedó sin Juancho Rois estando recién casada; Lénida sin Rangel "El Maño" Torres y con tres hijos y Eudes dejó a Diana con sus dos hijas.

Hablar con ellas de esos momentos de ausencia y precisamente del fatal regreso desde Venezuela, fue algo más que triste. Sacando fuerzas del fondo de sus almas y sin ocultar las lágrimas, fueron deshilvanando recuerdos hasta tratar de quedar a paz y salvo con su conciencia. JENNY DEREIX

Fueron 33 dias de matrimonio, una noticia de un bebé que hizo agotar todas las flores de una vendedora y una ilusión que se fue con él porque nunca lo conoció.

"A Juancho lo conocí en Bogotá y de ahí comenzamos a salir hasta que nos hicimos novios. Vivimos dos años de amores hasta que nos casamos, pero la felicidad duró poco mas por cosas del destino que por voluntad nuestra. Fueron 33 días de matrimonio y recuerdo que cuando le dije que estaba embarazada se puso muy contento, demasiado contento. Él estaba en grabación y yo fui a darle la noticia. Ese día recuerdo como detalle especial que me compró todas las flores que tenía una vendedora".

Al otro lado de la línea telefónica, en Montería, Jenny se queda callada recogiendo pedazos del ayer, arma el rompecabezas de lo que sin duda son sus mejores recuerdos, acomoda el dolor en su alma y continúa. "Los días eran normales. Caminábamos juntos, nos bañábamos, me acompañaba a la universidad. Eramos muy felices" y cierra con un dejo de nostalgia como si hasta allí hubiese alcanzado a durar la dicha. En medio de esos recuerdos tocamos la partida de Juancho y entonces se quiebra el cristal de ese bello encanto.

"Él me llamaba constantemente de Venezuela. Ese día me llamó en la mañana y me dijo que iba a tocar una parranda y que regresaba lo más pronto posible. Yo estaba sola en el apartamento en Bogotá y me llamaron para decirme que Juancho se había accidentado. Como pude conseguí el número telefónico de allá. Llamé y me dijeron que había muerto. Lloré, grité y mi dolor no tenía nombre porque Juancho no pudo disfrutar de la felicidad y el derecho de ver nacer y crecer a su hijo". En este instante volvió a sentirse el silencio y vino la despedida.

De la unión de Juancho y Jenny nació el niño Juan Humberto Rois Dereix, quien cuenta con 10 años y culminó sus estudios primarios. El niño dice que no le seguirá los pasos a su papá. "Yo no quiero ser acordeonero, quiero ser ganadero, expresó. El niño ha crecido en medio del ambiente de su familia materna en Montería, quizás el mismo le ha abierto posibilidades distintas a la música que sin duda en San Juan, tierra de su padre por condición genética y el medio habría adquirido.

LÉNIDA ZULETA

Hace 11 años quedamos a encontrarnos en Maicao, sin embargo la cita nunca la pudo cumplir. "Rangel era una persona alegre, jocosa, descomplicada y por eso tuvo el honor de ser premiado con la amistad de mucha gente. Cuando no atendía su trabajo musical con los grupos donde actuó se dedicaba de lleno a su hogar. Era tanta la acogida que tenía con los grupos que grabó con su bajo 180 discos".

A continuación se embarca en la nave de la añoranza para repasar sus primeros años de noviazgo y posterior matrimonio.

"Frente a mi casa en el barrio San Joaquín vivía Rafita Zuleta. En esa casa se reunían los músicos y yo veía a Rangel, pero hasta ahí, en cambió él si estaba enamorado. Era un enamorado callado y se manifestaba enviándome flores y dándome serenatas. Él estaba bien enamorado, pero a mí no me gustaban los músicos por la fama de picaflor que siempre han tenido, pero al verle su decisión de ennoviarse conmigo le acepté y duramos en esa etapa un año y un mes. Nos casamos el 31 de enero de 1979, el día de su cumpleaños".

De la unión de Maño Torres y Lénida Zuleta nacieron Rafael Reyes, Ana Milena y Rangel David. El artista había contraído un compromiso de encontrarse con su esposa en Maicao, precisamente el día 21 de noviembre, hoy hace 11 años, pero la cita nunca la pudo cumplir.

"Nosotros quedamos a realizar unas compras en Maicao y como él estaba en Venezuela me dijo que me esperaba al mediodía, pero pasaron las horas y no aparecía por ningún lado y decidí venirme para Valledupar. Era la primera vez que me incumplía. Me había dejado olvidada en Maicao y venía tan resentida que prometí que me las iba a pagar porque ni comida le iba a guardar cuando regresara".

Lo que ella no sabía era que Maño estaba de partida de la tierra. Entonces Lénida se mete por los vericuetos del dolor y señala que "Mi mamá, Ana Morales, me llamó para comentarme que el grupo de Diomedes había tenido un accidente en una avioneta y enseguida dije que eso no era posible porque ellos venían en bus. La casa se fue llenando de gente y toda era confusión cuando llegó una persona a darme el pésame y me desmayé. Se puede imaginar lo que siguió, pero Dios me dio las fuerzas necesarias para soportar tanto dolor junto".

Finalmente recuerda que ese año salió pensionada de Telecom y él le había prometido una fiesta con una banda papayera que se quedó en planes porque Maño partió a su encuentro con Dios.

Hoy Lénida continúa sacando adelante a sus hijos. Rafael Reyes, tiene 25 años y se graduó en microbiología agroindustrial en la Universidad Popular del Cesar. Además toca la batería en la agrupación de Martín Elías Díaz; Ana Milena cuenta con 22 años y recibió por intermedio de la Universidad Popular del Cesar el grado de administradora de empresas y el menor Rangel David cursa cuarto semestre de administración de empresas en la Universidad Popular del Cesar. DIANA NUÑEZ

Me enamoraron su silencio, el lenguaje de las miradas, las manos y las serenatas.

"A Eudes lo conocí en mi época de estudiante a través de su hermana Patricia que me llamaba cuñada sin serlo. Nos amigamos y luego nos ennoviamos. Duramos dos años de amores hasta que nos casamos. Eudes era un joven con cosas de viejo; su nobleza no le permitía conocer la maldad. Era tímido y aprendimos el lenguaje de las manos y las miradas que decían más que mil palabras. Recuerdo que me serenateaba con las canciones "Sorayita", "Se te nota en la mirada" y "Tu ensoñación". Era muy hogareño y decía que en su casa tenía tres rosas: sus hijas Dalma Yanina, Diana Isabel y yo.

Realizaba bien su oficio de técnico de acordeones y por sus taller pasaron los instrumentos de los más importantes y jóvenes talentos. Lo suyo fue siempre el arreglo de acordeones porque no quiso rivalizar con sus hermanos Hugo Carlos y Juan José".

Para Diana volver a recordar esos momentos tristes cuando le dieron la noticia de la muerte de su amado no fue nada fácil, pero cerró los ojos al igual que lo hacia cuando escuchaba las serenatas y comenzó el relato.

"Ese día amanecí apagada, bastante triste y no comprendía por qué. En horas de la tarde presentía que Eudes llegaría y me alisté para recibirlo como cualquier mujer enamorada, pero pasaron los minutos y las horas y no llegaba. En horas de la noche recibí una llamada de la casa de Eudes donde me decían que varios integrantes del conjunto de Diomedes habían sufrido un accidente. Corté la llamada y ví a la gente ingresando a la casa diciéndome que tenía que ser fuerte, pero nadie se atrevía a decirme nada. Yo gritaba y lloraba y por la radio sonaba la canción "Por qué razón" y fue entonces cuando confirmaron la muerte de Juancho, de Maño y de Eudes. Esas horas fueron terribles hasta esperar el día en que me lo trajeron. A partir de ese momento se me descuadernó la vida y todo no ha sido igual".

Eudes Enrique Granados Córdoba vive en el corazón de tres mujeres que cada domingo adornan su tumba con tres rosas rojas y al despedirse le cantan:
Me voy, pero ten presente
que en mi alma llevo
tu imagen grabada.
Tu sabes que el amor
cuando es del alma
aquel que se encuentra lejos
de allá se quiere venir.
Y yo, un momento de estos vuelvo
Porque es que me he dado cuenta
Que sin ti, no puedo vivir.
Sin ti, sin ti no puedo vivir...
Sin ti, sin ti, sin ti
Mi amor me puedo morir...

Diana Nuñez cierra con el más profundo dolor al sintetizar lo que siente así: "Eudes me dejó de herencia a mis dos hijas, una que cursa quinto semestre en la Universidad Popular del Cesar y una bachiller del CASD, y me quedó debiendo una casa y un hijo".

VUELO SINIESTRO

El guacharaquero Jesualdo "El Zurdo Ustáriz, recuerda el suceso de hace 11 años cuando estuvo a punto de perecer en un accidente aéreo donde perdieron la vida Juancho Rois, Rangel "El Maño" Torres y Eudes Granados.

Hoy con toda la pausa del caso relata en detalle el hecho que enlutó al folclor vallenato. "Esa mañana Juancho Rois me comunicó que íbamos a tocarle una parranda al "Butty", un conocido empresario de Venezuela, en una población llamada "El Tigre". El viaje estaba preparado para el mediodía, pero al final arrancamos en la tardecita, eran como las cinco y media. Recuerdo que el piloto de la avioneta no quería ir porque era lejos y estaba muy tarde. Se comunicaron con el empresario y se ordenó el viaje. A mí como era el más flaco me mandaron para la última silla. A Tito Castilla, más adelante. En el medio iban Eudes y Maño, los dos más gordos y con el piloto iba Juancho Rois.

Como a las 6 y 30 de la tarde comenzamos a ver luces en el pueblo y la avioneta no aterrizaba y era que la pista estaba cerrada y sin luces. Finalmente cogimos una recta de una autopista donde habían muchos carros. Y de pronto la avioneta se golpeó de un lado, después supe que se dio contra un templete de una torre y nos fuimos al suelo. Fue un golpe seco. Al caer había silencio y estaba todo oscuro. Yo comencé a gritar porque creía que el aparato iba a explotar. Llamaba a mis compañeros y nadie me respondía. Al poco rato llegaron a auxiliarnos".

Hace una pausa para volver a contar esa historia de la cual fue protagonista principal porque nunca perdió el conocimiento que incluso algunos lo llamaron en su momento "la caja negra humana". Atrae nuevamente los recuerdos y dice "Después de eso lo primero que oí era que había dos muertos y cuatro heridos. Supe que los muertos eran el piloto y Eudes. Nos montaron en una camioneta para llevarnos al hospital más cercano. En el trayecto Juancho y Maño se quejaban. Tito, iba inconsciente. Al llegar al hospital como a los diez minutos fallecieron Juancho y Maño y Tito y yo quedamos pendiendo de la vida". El Zurdo Ustáriz después de ocho intervenciones quirúrgicas se recuperó; a Tito Castilla también lo salvó la ciencia. Son los únicos sobrevivientes de esta tragedia.




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