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Diomedes Díaz Nunca Se Robó A Lucía Arjona

Fuente: John Acosta https://comarcaliteraria.blogspot.com | Fecha: 2018-10-12 | Visitas: 27854

Diomedes Díaz Nunca Se Robó A Lucía Arjona

La enorme imaginación del libretista de la novela de Diomedes Díaz, me hizo romperme la promesa de no volver a escribir sobre las inconsistencias de este culebrón con la realidad. Supongo que la razón principal de sacrificar el enorme atractivo de la verdad, que en el caso del difunto artista de la música vallenata supera cualquier fantasía de dramaturgo televisivo, es que la programadora RCN quiere curarse en salud y salirle al paso a futuras demandas de los protagonistas reales con los que no llegó a ningún acuerdo económico para la realización de este remedo de biografía. O posibles demandas de los tantos escritores repentinos que corrieron a publicar la historia de este cantante fallecido.



(A propósito de estos múltiples relatos impresos sobre la vida de Diomedes Díaz, hago este paréntesis parta recordar una anécdota de un paisano y primo mío, comunicador social-periodista también, que, en mi época de universitario, estaba entusiasmado averiguando sobre la existencia de El Cacique de La Junta. De repente, David, mi primo y colega, suspendió para siempre este proyecto, que ya tenía bastante adelantado y hubiese sido el primer libro sobre la historia del cantante juntero. Cuando le pregunté la razón de abandonar algo sobre lo que ya había trabajado bastante, me dijo: “Lo que pasa es que Diomedes le dijo a Jaime Araújo que yo me quería volver famoso a costillas de él. Y yo no necesito de eso”.)


Hay una escena en los primeros capítulos de la mencionada telenovela que ilustra muy bien la verdadera e inevitable fuga de Patricia Acosta (Lucía Arjona en la novela) con Diomedes Díaz: es cuando Lucía Arjona (Patricia Acosta en la realidad) se vuela la tapia de su casa, de noche, para ir a encontrarse con su amado en la gallera. El motivo de la espectacular escapada, según la novela, era cumplirle la cita a Diomedes en el recinto donde pelean los gallos; sin embargo, la historia real con la que Diomedes “se sacó” a Patricia es esa: ella huye por el muro que rodea el patio de su casa. Muy distinto, por cierto, a la burda imitación de alguna escena de la saga “Rápido y furioso”, como un juntero burlón lo comparó en el grupo de Junteros WhatsAppeando la noche misma en que se emitió el capítulo.


La misma Patricia lo narra así, en una entrevista que publicó el diario valduparense El Pilón el 6 de abril de 2014: “Mi mamá se daba cuenta y me pegaba. Entonces dije que eso se tenía que acabar y dije que me iba con el hombre de mi vida. Arranqué un día, tenía que volarme tres corrales, quitarme los zapatos y tenía que volarme una tapia. Le tiré uno de los zapatos y le cayó en la frente y lo rajó. Diomedes iba con Rafa, mi cuñado, yo me tiré y ellos me recibieron. El sangraba y decía que no importaba porque todo eso era amor. Nos montamos en un carro que pasó a toda velocidad frente a la casa y después me enteré que mi papá dijo: ve, ¿y ese carro qué?, a quién llevarán ahí que van matándose. En mi casa duraron como dos meses que no abrían la tienda, les daba mucha pena que yo me hubiese salido con un carrizalero. Mi hermana la mayor me dijo que mi papá había mandado a decir que me viniera, que me casara y entonces nos casamos en San Juan y de mi familia solo vino mi papá, porque el resto no me hablaba. Llegamos recién casados a La Junta y allá el resto de la familia no nos permitió entrar a la casa. Mi papá nos entendió y nos dijo que nos fuéramos para Carrizal que él nos llegaba allá, entonces nos fuimos y formamos un fiestón. Eso fue un 20 de septiembre del 78”.

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La enorme imaginación del libretista de la novela de Diomedes Díaz, me hizo romperme la promesa de no volver a escribir sobre las inconsistencias de este culebrón con la realidad. Supongo que la razón principal de sacrificar el enorme atractivo de la verdad, que en el caso del difunto artista de la música vallenata supera cualquier fantasía de dramaturgo televisivo, es que la programadora RCN quiere curarse en salud y salirle al paso a futuras demandas de los protagonistas reales con los que no llegó a ningún acuerdo económico para la realización de este remedo de biografía. O posibles demandas de los tantos escritores repentinos que corrieron a publicar la historia de este cantante fallecido.



(A propósito de estos múltiples relatos impresos sobre la vida de Diomedes Díaz, hago este paréntesis parta recordar una anécdota de un paisano y primo mío, comunicador social-periodista también, que, en mi época de universitario, estaba entusiasmado averiguando sobre la existencia de El Cacique de La Junta. De repente, David, mi primo y colega, suspendió para siempre este proyecto, que ya tenía bastante adelantado y hubiese sido el primer libro sobre la historia del cantante juntero. Cuando le pregunté la razón de abandonar algo sobre lo que ya había trabajado bastante, me dijo: “Lo que pasa es que Diomedes le dijo a Jaime Araújo que yo me quería volver famoso a costillas de él. Y yo no necesito de eso”.)


Hay una escena en los primeros capítulos de la mencionada telenovela que ilustra muy bien la verdadera e inevitable fuga de Patricia Acosta (Lucía Arjona en la novela) con Diomedes Díaz: es cuando Lucía Arjona (Patricia Acosta en la realidad) se vuela la tapia de su casa, de noche, para ir a encontrarse con su amado en la gallera. El motivo de la espectacular escapada, según la novela, era cumplirle la cita a Diomedes en el recinto donde pelean los gallos; sin embargo, la historia real con la que Diomedes “se sacó” a Patricia es esa: ella huye por el muro que rodea el patio de su casa. Muy distinto, por cierto, a la burda imitación de alguna escena de la saga “Rápido y furioso”, como un juntero burlón lo comparó en el grupo de Junteros WhatsAppeando la noche misma en que se emitió el capítulo.


La misma Patricia lo narra así, en una entrevista que publicó el diario valduparense El Pilón el 6 de abril de 2014: “Mi mamá se daba cuenta y me pegaba. Entonces dije que eso se tenía que acabar y dije que me iba con el hombre de mi vida. Arranqué un día, tenía que volarme tres corrales, quitarme los zapatos y tenía que volarme una tapia. Le tiré uno de los zapatos y le cayó en la frente y lo rajó. Diomedes iba con Rafa, mi cuñado, yo me tiré y ellos me recibieron. El sangraba y decía que no importaba porque todo eso era amor. Nos montamos en un carro que pasó a toda velocidad frente a la casa y después me enteré que mi papá dijo: ve, ¿y ese carro qué?, a quién llevarán ahí que van matándose. En mi casa duraron como dos meses que no abrían la tienda, les daba mucha pena que yo me hubiese salido con un carrizalero. Mi hermana la mayor me dijo que mi papá había mandado a decir que me viniera, que me casara y entonces nos casamos en San Juan y de mi familia solo vino mi papá, porque el resto no me hablaba. Llegamos recién casados a La Junta y allá el resto de la familia no nos permitió entrar a la casa. Mi papá nos entendió y nos dijo que nos fuéramos para Carrizal que él nos llegaba allá, entonces nos fuimos y formamos un fiestón. Eso fue un 20 de septiembre del 78”.

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La enorme imaginación del libretista de la novela de Diomedes Díaz, me hizo romperme la promesa de no volver a escribir sobre las inconsistencias de este culebrón con la realidad. Supongo que la razón principal de sacrificar el enorme atractivo de la verdad, que en el caso del difunto artista de la música vallenata supera cualquier fantasía de dramaturgo televisivo, es que la programadora RCN quiere curarse en salud y salirle al paso a futuras demandas de los protagonistas reales con los que no llegó a ningún acuerdo económico para la realización de este remedo de biografía. O posibles demandas de los tantos escritores repentinos que corrieron a publicar la historia de este cantante fallecido.



(A propósito de estos múltiples relatos impresos sobre la vida de Diomedes Díaz, hago este paréntesis parta recordar una anécdota de un paisano y primo mío, comunicador social-periodista también, que, en mi época de universitario, estaba entusiasmado averiguando sobre la existencia de El Cacique de La Junta. De repente, David, mi primo y colega, suspendió para siempre este proyecto, que ya tenía bastante adelantado y hubiese sido el primer libro sobre la historia del cantante juntero. Cuando le pregunté la razón de abandonar algo sobre lo que ya había trabajado bastante, me dijo: “Lo que pasa es que Diomedes le dijo a Jaime Araújo que yo me quería volver famoso a costillas de él. Y yo no necesito de eso”.)


Hay una escena en los primeros capítulos de la mencionada telenovela que ilustra muy bien la verdadera e inevitable fuga de Patricia Acosta (Lucía Arjona en la novela) con Diomedes Díaz: es cuando Lucía Arjona (Patricia Acosta en la realidad) se vuela la tapia de su casa, de noche, para ir a encontrarse con su amado en la gallera. El motivo de la espectacular escapada, según la novela, era cumplirle la cita a Diomedes en el recinto donde pelean los gallos; sin embargo, la historia real con la que Diomedes “se sacó” a Patricia es esa: ella huye por el muro que rodea el patio de su casa. Muy distinto, por cierto, a la burda imitación de alguna escena de la saga “Rápido y furioso”, como un juntero burlón lo comparó en el grupo de Junteros WhatsAppeando la noche misma en que se emitió el capítulo.


La misma Patricia lo narra así, en una entrevista que publicó el diario valduparense El Pilón el 6 de abril de 2014: “Mi mamá se daba cuenta y me pegaba. Entonces dije que eso se tenía que acabar y dije que me iba con el hombre de mi vida. Arranqué un día, tenía que volarme tres corrales, quitarme los zapatos y tenía que volarme una tapia. Le tiré uno de los zapatos y le cayó en la frente y lo rajó. Diomedes iba con Rafa, mi cuñado, yo me tiré y ellos me recibieron. El sangraba y decía que no importaba porque todo eso era amor. Nos montamos en un carro que pasó a toda velocidad frente a la casa y después me enteré que mi papá dijo: ve, ¿y ese carro qué?, a quién llevarán ahí que van matándose. En mi casa duraron como dos meses que no abrían la tienda, les daba mucha pena que yo me hubiese salido con un carrizalero. Mi hermana la mayor me dijo que mi papá había mandado a decir que me viniera, que me casara y entonces nos casamos en San Juan y de mi familia solo vino mi papá, porque el resto no me hablaba. Llegamos recién casados a La Junta y allá el resto de la familia no nos permitió entrar a la casa. Mi papá nos entendió y nos dijo que nos fuéramos para Carrizal que él nos llegaba allá, entonces nos fuimos y formamos un fiestón. Eso fue un 20 de septiembre del 78”.

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