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Recordando por Siempre a Kaleth Morales

Fuente: LUIS CARLOS “PERICO” MANJARRÉS ARIZA - Exclusivo para ElVallenato.com | Fecha: 2006-09-03 | Visitas: 15920

Recordando por Siempre a Kaleth Morales

La semana pasada leí, vi y escuché varias notas periodísticas en los medios de comunicación, sobre la conmemoración del primer año de la triste partida de nuestro admirado y siempre recordado KALETH. Me sentí un poco mal porque producto de la tensión y el sofoco en el trabajo, no fui capaz de escribir nada.

Hoy, revisando mis archivos personales, por pura casualidad, encontré algo que escribí tres meses antes del fatídico accidente. Me gustó mucho y he considerado oportuno publicarlo nuevamente, a través de la página de Elvallenato.com, y así quedar en paz con Kaleth, con Migue y conmigo mismo. Ahí les va y espero que les guste


LA NUEVA GENERACIÓN VALLENATA
Un ejemplo digno de loar

Si algo es prenda de garantía para sostener la identidad cultural de una sociedad, es el respeto por su idiosincrasia, su folclor, su ancestralidad y sus costumbres y valores.

Partiendo de esta particular premisa, me atrevo a afirmar que en Colombia, con todo mi reconocimiento y respeto por el Carnaval de Barranquilla, ninguna otra región como la Provincia de Padilla cuenta con tantos privilegios para poderse dar el lujo de tener una identidad propia e invulnerable a las tendencias modernistas y a tanto esnobismo barato que de manera lamentable, atentan contra los principios y valores de nuestra juventud.

La Provincia de Padilla podríamos enmarcarla en el espacio geográfico comprendido desde Riohacha hasta Santa Marta, es decir, a lo largo y ancho de los departamentos de La Guajira, el Cesar y el Magdalena, teniendo a la ciudad de los Santos Reyes, Valledupar, como eje principal y epicentro cultural de la misma.

Esta reflexión es producto de la maravillosa experiencia vivida en la noche del pasado viernes, cuando, estando en el lugar equivocado por mis cincuenta años de edad, tuve la osadía de asistir a un concierto que brindaba en el norte de Bogotá el novel artista vallenato, Kaleth Morales. De haber sido posible, hubiera traicionado mi sobriedad y me habría derramado un frasco de tinta negra sobre las canas que hacían que mi blanca cabeza refulgiera por encima de las negras de cientos de jóvenes provincianos que hasta el delirio disfrutaban “Vivo en el limbo”, “Se va a formá” y tantas otras hermosas interpretaciones. Lástima que no tuviera a mano el frasco de tinta negra, pero a la larga no hizo falta porque la fusión fue plena y disfruté como un joven universitario de 20 años, ese momento sublime e inolvidable.

Mi éxtasis no obedecía tanto a las magistrales notas musicales que brotaban del acordeón de JuanK Ricardo o de la entonación y melodía de la prodigiosa garganta de Kaleth o del contenido romántico y nostálgico de las canciones vallenatas interpretadas. Obedecía a la actitud del público provinciano. Es un despropósito tratar de describir en un pedazo de papel ese frenesí, ese delirio, ese apoteósico desborde de sentimientos, alegría y nostalgia por el pedazo de tierra. Con sólo observar los rostros de esos jóvenes, hombres y mujeres, es fácil poder concluir que es muy difícil encontrar una manifestación igual o parecida en otro tipo de evento folclórico o cultural.

Y es que lo que están haciendo Kaleth y otros jóvenes artistas vallenatos de la “Nueva Ola”, como algunos han denominado la nueva tendencia del vallenato, es retomar la esencia misma del folclor vallenato, lo simple, lo auténtico, lo propio, que con tanto lloriqueo y “balanatos” había sido relegado al ostracismo.

Lo que se hereda no se hurta y como ese patrimonio cultural fluye latente en el torrente sanguíneo de la nueva generación provinciana, sólo bastó la chispa activada por Kaleth y otros jóvenes artistas, para que sus coetáneos y coterráneos explotaran y les dejaran saber que habían dado, con precisión milimétrica, en la cabeza del clavo.

Aparte del tópico folclórico, fue para mí un gran orgullo poder palpar el cambio de actitud, la decencia, el don de gentes y el excelente comportamiento y el respeto demostrado por todos esos jóvenes. Aquellos tiempos en los que “costeño” era sinónimo de vulgaridad, patanería, peleas a puño limpio entre nosotros mismos o con los “cachacos”, quedaron atrás. Ni un solo borracho, ni el más remoto indicio de olor a marihuana o droga, ni una sola pelea o “muñequera”, en fin, un comportamiento ejemplar que hoy más que nunca, me llevan a exclamar: Qué orgulloso me siento de ser colombiano, costeño, provinciano, vallenato, guajiro y sanjuanero pa más señas. Eso sí, no faltó el hermosísimo estribillo que entonamos a todo pulmón y que dice: “Júnior campeón... Júnior tu Papá... lo demás vale mondá” y por eso le pedimos perdón a muchos “cachacos” presentes en el evento. No por la “mondá” sino por lo mal que han debido sentirse los hinchas de Santa Fe y Millonarios por la crisis que sus equipos atraviesan actualmente.

Si después de leer la presente nota, algunos de ustedes se animan a asistir a un concierto de Kaleth, les doy un consejo: vayan solos. Yo fui acompañado de mi hija mayor que tiene 22 años, Cristina, y grave error. Cuando anotaba en mi teléfono el número del celular de una señorita de décimo semestre de ingeniería con quien había bailado cinco piezas, se me acercó la hija y me lo rapó: Papy, necesito hacer una llamada, y no me lo devolvió. Afortunadamente no conseguí con qué escribir y hoy ni recuerdo cómo se llamaba; pero eso sí, pude comprobar que la tinta para disimular las canas no es necesaria, cuando existen de por medio canciones y melodías tan hermosas, como las de artistas como Kaleth Morales.

Por último, y arrogándome la vocería de la Provincia de Padilla, quiero agradecer con el alma y decirles, MIL Y MIL GRACIAS, a esos portentosos mesías del vallenato, como lo son Kaleth Morales y otros impulsores de la “Nueva Ola del Vallenato”.

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Recordando por Siempre a Kaleth Morales

Fuente: LUIS CARLOS “PERICO” MANJARRÉS ARIZA - Exclusivo para ElVallenato.com | Fecha: 2006-09-03 | Visitas: 15920

Recordando por Siempre a Kaleth Morales

La semana pasada leí, vi y escuché varias notas periodísticas en los medios de comunicación, sobre la conmemoración del primer año de la triste partida de nuestro admirado y siempre recordado KALETH. Me sentí un poco mal porque producto de la tensión y el sofoco en el trabajo, no fui capaz de escribir nada.

Hoy, revisando mis archivos personales, por pura casualidad, encontré algo que escribí tres meses antes del fatídico accidente. Me gustó mucho y he considerado oportuno publicarlo nuevamente, a través de la página de Elvallenato.com, y así quedar en paz con Kaleth, con Migue y conmigo mismo. Ahí les va y espero que les guste


LA NUEVA GENERACIÓN VALLENATA
Un ejemplo digno de loar

Si algo es prenda de garantía para sostener la identidad cultural de una sociedad, es el respeto por su idiosincrasia, su folclor, su ancestralidad y sus costumbres y valores.

Partiendo de esta particular premisa, me atrevo a afirmar que en Colombia, con todo mi reconocimiento y respeto por el Carnaval de Barranquilla, ninguna otra región como la Provincia de Padilla cuenta con tantos privilegios para poderse dar el lujo de tener una identidad propia e invulnerable a las tendencias modernistas y a tanto esnobismo barato que de manera lamentable, atentan contra los principios y valores de nuestra juventud.

La Provincia de Padilla podríamos enmarcarla en el espacio geográfico comprendido desde Riohacha hasta Santa Marta, es decir, a lo largo y ancho de los departamentos de La Guajira, el Cesar y el Magdalena, teniendo a la ciudad de los Santos Reyes, Valledupar, como eje principal y epicentro cultural de la misma.

Esta reflexión es producto de la maravillosa experiencia vivida en la noche del pasado viernes, cuando, estando en el lugar equivocado por mis cincuenta años de edad, tuve la osadía de asistir a un concierto que brindaba en el norte de Bogotá el novel artista vallenato, Kaleth Morales. De haber sido posible, hubiera traicionado mi sobriedad y me habría derramado un frasco de tinta negra sobre las canas que hacían que mi blanca cabeza refulgiera por encima de las negras de cientos de jóvenes provincianos que hasta el delirio disfrutaban “Vivo en el limbo”, “Se va a formá” y tantas otras hermosas interpretaciones. Lástima que no tuviera a mano el frasco de tinta negra, pero a la larga no hizo falta porque la fusión fue plena y disfruté como un joven universitario de 20 años, ese momento sublime e inolvidable.

Mi éxtasis no obedecía tanto a las magistrales notas musicales que brotaban del acordeón de JuanK Ricardo o de la entonación y melodía de la prodigiosa garganta de Kaleth o del contenido romántico y nostálgico de las canciones vallenatas interpretadas. Obedecía a la actitud del público provinciano. Es un despropósito tratar de describir en un pedazo de papel ese frenesí, ese delirio, ese apoteósico desborde de sentimientos, alegría y nostalgia por el pedazo de tierra. Con sólo observar los rostros de esos jóvenes, hombres y mujeres, es fácil poder concluir que es muy difícil encontrar una manifestación igual o parecida en otro tipo de evento folclórico o cultural.

Y es que lo que están haciendo Kaleth y otros jóvenes artistas vallenatos de la “Nueva Ola”, como algunos han denominado la nueva tendencia del vallenato, es retomar la esencia misma del folclor vallenato, lo simple, lo auténtico, lo propio, que con tanto lloriqueo y “balanatos” había sido relegado al ostracismo.

Lo que se hereda no se hurta y como ese patrimonio cultural fluye latente en el torrente sanguíneo de la nueva generación provinciana, sólo bastó la chispa activada por Kaleth y otros jóvenes artistas, para que sus coetáneos y coterráneos explotaran y les dejaran saber que habían dado, con precisión milimétrica, en la cabeza del clavo.

Aparte del tópico folclórico, fue para mí un gran orgullo poder palpar el cambio de actitud, la decencia, el don de gentes y el excelente comportamiento y el respeto demostrado por todos esos jóvenes. Aquellos tiempos en los que “costeño” era sinónimo de vulgaridad, patanería, peleas a puño limpio entre nosotros mismos o con los “cachacos”, quedaron atrás. Ni un solo borracho, ni el más remoto indicio de olor a marihuana o droga, ni una sola pelea o “muñequera”, en fin, un comportamiento ejemplar que hoy más que nunca, me llevan a exclamar: Qué orgulloso me siento de ser colombiano, costeño, provinciano, vallenato, guajiro y sanjuanero pa más señas. Eso sí, no faltó el hermosísimo estribillo que entonamos a todo pulmón y que dice: “Júnior campeón... Júnior tu Papá... lo demás vale mondá” y por eso le pedimos perdón a muchos “cachacos” presentes en el evento. No por la “mondá” sino por lo mal que han debido sentirse los hinchas de Santa Fe y Millonarios por la crisis que sus equipos atraviesan actualmente.

Si después de leer la presente nota, algunos de ustedes se animan a asistir a un concierto de Kaleth, les doy un consejo: vayan solos. Yo fui acompañado de mi hija mayor que tiene 22 años, Cristina, y grave error. Cuando anotaba en mi teléfono el número del celular de una señorita de décimo semestre de ingeniería con quien había bailado cinco piezas, se me acercó la hija y me lo rapó: Papy, necesito hacer una llamada, y no me lo devolvió. Afortunadamente no conseguí con qué escribir y hoy ni recuerdo cómo se llamaba; pero eso sí, pude comprobar que la tinta para disimular las canas no es necesaria, cuando existen de por medio canciones y melodías tan hermosas, como las de artistas como Kaleth Morales.

Por último, y arrogándome la vocería de la Provincia de Padilla, quiero agradecer con el alma y decirles, MIL Y MIL GRACIAS, a esos portentosos mesías del vallenato, como lo son Kaleth Morales y otros impulsores de la “Nueva Ola del Vallenato”.

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Fuente: LUIS CARLOS “PERICO” MANJARRÉS ARIZA - Exclusivo para ElVallenato.com | Fecha: 2006-09-03 | Visitas: 15920

Recordando por Siempre a Kaleth Morales

La semana pasada leí, vi y escuché varias notas periodísticas en los medios de comunicación, sobre la conmemoración del primer año de la triste partida de nuestro admirado y siempre recordado KALETH. Me sentí un poco mal porque producto de la tensión y el sofoco en el trabajo, no fui capaz de escribir nada.

Hoy, revisando mis archivos personales, por pura casualidad, encontré algo que escribí tres meses antes del fatídico accidente. Me gustó mucho y he considerado oportuno publicarlo nuevamente, a través de la página de Elvallenato.com, y así quedar en paz con Kaleth, con Migue y conmigo mismo. Ahí les va y espero que les guste


LA NUEVA GENERACIÓN VALLENATA
Un ejemplo digno de loar

Si algo es prenda de garantía para sostener la identidad cultural de una sociedad, es el respeto por su idiosincrasia, su folclor, su ancestralidad y sus costumbres y valores.

Partiendo de esta particular premisa, me atrevo a afirmar que en Colombia, con todo mi reconocimiento y respeto por el Carnaval de Barranquilla, ninguna otra región como la Provincia de Padilla cuenta con tantos privilegios para poderse dar el lujo de tener una identidad propia e invulnerable a las tendencias modernistas y a tanto esnobismo barato que de manera lamentable, atentan contra los principios y valores de nuestra juventud.

La Provincia de Padilla podríamos enmarcarla en el espacio geográfico comprendido desde Riohacha hasta Santa Marta, es decir, a lo largo y ancho de los departamentos de La Guajira, el Cesar y el Magdalena, teniendo a la ciudad de los Santos Reyes, Valledupar, como eje principal y epicentro cultural de la misma.

Esta reflexión es producto de la maravillosa experiencia vivida en la noche del pasado viernes, cuando, estando en el lugar equivocado por mis cincuenta años de edad, tuve la osadía de asistir a un concierto que brindaba en el norte de Bogotá el novel artista vallenato, Kaleth Morales. De haber sido posible, hubiera traicionado mi sobriedad y me habría derramado un frasco de tinta negra sobre las canas que hacían que mi blanca cabeza refulgiera por encima de las negras de cientos de jóvenes provincianos que hasta el delirio disfrutaban “Vivo en el limbo”, “Se va a formá” y tantas otras hermosas interpretaciones. Lástima que no tuviera a mano el frasco de tinta negra, pero a la larga no hizo falta porque la fusión fue plena y disfruté como un joven universitario de 20 años, ese momento sublime e inolvidable.

Mi éxtasis no obedecía tanto a las magistrales notas musicales que brotaban del acordeón de JuanK Ricardo o de la entonación y melodía de la prodigiosa garganta de Kaleth o del contenido romántico y nostálgico de las canciones vallenatas interpretadas. Obedecía a la actitud del público provinciano. Es un despropósito tratar de describir en un pedazo de papel ese frenesí, ese delirio, ese apoteósico desborde de sentimientos, alegría y nostalgia por el pedazo de tierra. Con sólo observar los rostros de esos jóvenes, hombres y mujeres, es fácil poder concluir que es muy difícil encontrar una manifestación igual o parecida en otro tipo de evento folclórico o cultural.

Y es que lo que están haciendo Kaleth y otros jóvenes artistas vallenatos de la “Nueva Ola”, como algunos han denominado la nueva tendencia del vallenato, es retomar la esencia misma del folclor vallenato, lo simple, lo auténtico, lo propio, que con tanto lloriqueo y “balanatos” había sido relegado al ostracismo.

Lo que se hereda no se hurta y como ese patrimonio cultural fluye latente en el torrente sanguíneo de la nueva generación provinciana, sólo bastó la chispa activada por Kaleth y otros jóvenes artistas, para que sus coetáneos y coterráneos explotaran y les dejaran saber que habían dado, con precisión milimétrica, en la cabeza del clavo.

Aparte del tópico folclórico, fue para mí un gran orgullo poder palpar el cambio de actitud, la decencia, el don de gentes y el excelente comportamiento y el respeto demostrado por todos esos jóvenes. Aquellos tiempos en los que “costeño” era sinónimo de vulgaridad, patanería, peleas a puño limpio entre nosotros mismos o con los “cachacos”, quedaron atrás. Ni un solo borracho, ni el más remoto indicio de olor a marihuana o droga, ni una sola pelea o “muñequera”, en fin, un comportamiento ejemplar que hoy más que nunca, me llevan a exclamar: Qué orgulloso me siento de ser colombiano, costeño, provinciano, vallenato, guajiro y sanjuanero pa más señas. Eso sí, no faltó el hermosísimo estribillo que entonamos a todo pulmón y que dice: “Júnior campeón... Júnior tu Papá... lo demás vale mondá” y por eso le pedimos perdón a muchos “cachacos” presentes en el evento. No por la “mondá” sino por lo mal que han debido sentirse los hinchas de Santa Fe y Millonarios por la crisis que sus equipos atraviesan actualmente.

Si después de leer la presente nota, algunos de ustedes se animan a asistir a un concierto de Kaleth, les doy un consejo: vayan solos. Yo fui acompañado de mi hija mayor que tiene 22 años, Cristina, y grave error. Cuando anotaba en mi teléfono el número del celular de una señorita de décimo semestre de ingeniería con quien había bailado cinco piezas, se me acercó la hija y me lo rapó: Papy, necesito hacer una llamada, y no me lo devolvió. Afortunadamente no conseguí con qué escribir y hoy ni recuerdo cómo se llamaba; pero eso sí, pude comprobar que la tinta para disimular las canas no es necesaria, cuando existen de por medio canciones y melodías tan hermosas, como las de artistas como Kaleth Morales.

Por último, y arrogándome la vocería de la Provincia de Padilla, quiero agradecer con el alma y decirles, MIL Y MIL GRACIAS, a esos portentosos mesías del vallenato, como lo son Kaleth Morales y otros impulsores de la “Nueva Ola del Vallenato”.

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