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Gustavo Gutiérrez Cabello, un hito en la historia vallenata

Fuente: MÓNICA MERCEDES CASTILLO R | Fecha: 2004-09-17 | Visitas: 16299

Gustavo Gutiérrez Cabello, un hito en la historia vallenata

Los años sesenta acompañaron la poética de un muchacho desgarbado y con pena en el alma mitigada con canciones al desamor y la añoranza. Gustavo Gutiérrez componía para su dama en la forma lírica que su mente le imprimía, con la métrica propia de su formación académica y la musicalidad que sólo su corazón aceptaba.

"El Flaco de Oro" como musicalmente es reconocido en el Valle1, rompía la historia de la composición vallenata creando el género lírico o romántico2.

Vallenato porque conservaba su melodía con fuerte protagonismo del acordeón, la caja y la guacharaca, pero con la diferencia de una temática universal, enfocada primordialmente en el sentimiento amoroso con destellos de elementos rupestres y tradicionales.

Composiciones con las que se identificaría un público nacional que encontró en las nuevas canciones una similitud con sus problemáticas sentimentales. Versos que traspasarían las fronteras de la Provincia de Padilla.

La composición de Gutiérrez fue el hito en el vallenato, la puerta a su evolución, pero jamás su decadencia.

Entender la historia y desarrollo de la música de acordeón implicaría la comprensión de la realidad por la que hoy atraviesa y que la ha llevado a perderse en otros géneros musicales.

Orígenes del vallenato

Contrario a la creencia de que el vallenato es producto de la llegada del acordeón a nuestras tierras, este es el resultado de la fusión de tres razas que históricamente mestizaron y por sincretismo cultural parieron un hijo en América.

"Lo más probable es que el canto vallenato haya nacido caminando y, por lo tanto que se haya criado y formado en distintos lugares. Siendo música de vaqueros y trovadores, acompañaban a quienes la creaban y difundían. Por esta misma dispersión resultaba inevitable que desarrollara diversas modalidades en regiones distintas"3.

Investigadores folclóricos como Consuelo Araujonoguera y Tomás Darío Gutiérrez han trabajado teorías según las cuales la música vallenata tiene una división geográfica-cultural: vallenato -vallenato, vallenato bajero y vallenato sabanero. Por su parte Gutiérrez argumenta una clasificación en escuelas, acorde con parámetros geográficos étnicos y musicales: zona central, zona negroide, zona ribana y zona ribereña.



Independientemente, lo cierto es que la verdadera riqueza de la música de acordeón radica en la variedad de los ritmos -puya, merengue, son y paseo- sentimiento y dejos, pero sobre todo es el testimonio de experiencias e indicadora de un modo de vida: "Textos culturales del grupo en que han sido producidas, escuchadas y mantenidas a través de los años4.

Antes de Francisco el hombre

El primer "trotamundo" reconocido por la tradición vallenata ha sido indudablemente Francisco Moscote, identificado como "Francisco el hombre", el mismo que derrotó al demonio en uno de esos caminos polvorientos y el mito hoy reconocido. Pero antes de él, alguien se registró en la historia como el primer acordeonero, fue José León Carrillo Mindiola, nacido en Atanquez (Cesar) hacia 1835. Quien con una notable vocación religiosa fue enviado por misioneros españoles a un seminario de la Madre Patria por la misma época en que comenzaba a circular por Europa un joven arrugado de aireada interpretación. Seducido por los acordes colgó su sotana y regresó a su tierra cargado con el instrumento que lo llevó a forjar alumnos como Abrahan Maestre, contemporáneo de "Francisco el hombre" y por supuesto adversario en alguna ocasión.

Los patriarcas

Desde patriarcas en la interpretación del acordeón como Carrillo, Moscote, Guerra, Rivera, Peñaranda, Serna, entre otros, a generaciones como la "Chico" Sarmiento, "Chico" Bolaños, Emiliano Zuleta y Lorenzo Morales, y posteriores como la de Alejandro Durán, Luis Enrique Martínez, Andrés Landeros y muchos más; la música de acordeón como anteriormente era reconocida y que sólo llegó a nombrársele vallenata con la creación del Festival de la Leyenda Vallenata (1968), manejó entre diversos temas a la geografía, sus elementos y por supuesto la región, los acontecimientos de la comarca y las experiencias personales de sus habitantes. Otras veces aludían a amigos y compadres del compositor, a los medios de producción de su entorno, inclusive a los vehículos de transporte o si no que lo diga Alejandro Durán con su "039".

Es precisamente en el ingenio de estas piezas que sobresalen compositores como Rafael Escalona, por ser la veta auténtica de la música vallenata, con cantos que se contonean por la diversidad temática. Emiliano Zuleta, por su ingenio y repentismo; Leandro Díaz, quien con su inteligencia describe de manera asombrosa paisajes, seres, acontecimientos y mínimos detalles que su visión no le permite. Además de Tobías Enrique Pumarejo, quien con Leandro, dieron pinceladas de lirismo a la música vallenata, pero sin la osadía de Gutiérrez.

Las migraciones

La música propia de esta región empezó a darse a conocer por fuera de su geografía a partir de los años veinte y treinta, reconociéndose según los periodistas Pilar Taffur y Daniel Samper Pizano, tres olas migratorias que llevaron a que el ritmo entrara al interior del país.

La primera alude a la época dorada de la zona bananera del departamento del Magdalena, al Sur de Santa Marta. "Los trabajadores acudían a prestar su brazo a la United Fruit desde todos los rincones del país... la abigarrada mezcla de trabajadores permitió que los cantos de los oriundos de la provincia encontraran oídos dispuestos a escucharlos y repetirlos más tarde en otros puntos del mapa.

La segunda ola migratoria atrajo a los cosecheros del interior a las puertas mismas de Valledupar. Fue cuando decayó el banano y surgió el algodón... los trabajadores que llegaban para las temporadas de recogida regresaban a sus comarcas natales con la música a cuesta.

El tercer movimiento migratorio fue de índole elitista, reducido en sus proporciones pero importante en su influencia. Ocurrió durante los años cincuenta, cuando un grupo de jóvenes vallenatos pertenecientes a las familias ricas y rancias, viajó a realizar estudios en la capital. Allí conocieron a condiscípulos de la alta sociedad bogotana que se fascinaron con los cantos de su región que entonaban los vallenatos en las reuniones cachacas"5.

Este último movimiento puede explicitarse con Hernando Molina, hijo, íntimo amigo de Rafael Escalona. "El llevó mis cantos a Bogotá por primera vez y de allá vino cargado con una tropa de cachacos que se vallenatizaron en su casa... Entre ellos Alfonso López Michelsen quien forma con un grupo de jóvenes y condiscípulos del barrio La Magdalena la primera cofradía de amantes y defensores del vallenato de Escalona. A ellos, los magdalenos, como se les conocía entre la juventud bogotana de la época, se les debe en gran parte el escuchar vallenato auténtico en Bogotá6

Comercialización del vallenato

La industria disquera y la radio comenzaron a realizar una divulgación más amplia de los cantos vallenatos. "Al parecer la primera grabación de un aire vallenato con fines comerciales fue hecha en 78 r.p.m. para la etiqueta Odeón de Chile y los protagonistas fueron Abel Antonio Villa y Guillermo Buitrago. Este trabajo fue dirigido en 1944 por Emigdio Velazco, a la sazón propietario de foto Velazco en Barranquilla"7.

"El fenómeno de la grabación comercial implicó cambios para esta música en general... significó la posibilidad de expansión y de conquista de otros auditorios. La comercialización de las casas disqueras impuso condiciones a los músicos, a los temas y a la instrumentación. El disco grabado obligó a cortar largas piezas, a ampliar el sonido, a acompañar con nuevos elementos y el músico se convirtió en un instrumento más del avance de los medios de comunicación8.

Época de cantantes

Producto mismo de la comercialización desaparecieron los juglares cediendo su digitar exclusivamente a los acordeoneros y su ingenio e interpretación al compositor y al cantante. Hizo su debut como solista, el jilguero de América, Jorge Oñate (1968) seguido por Alfonso "Poncho" Zuleta, Rafael Orozco, Diomedes Díaz, Alberto Zabaleta, Silvio Brito e Iván Villazón, este último con una propuesta que fusionó lo moderno y lo tradicional y data de la década de los ochenta.

Los cantantes profesionalizaron su arte e hicieron del vallenato un género que traspasó las fronteras patrias. Sus agrupaciones se caracterizaron por particulares presentaciones de tarima, la innovación instrumental, el vestuario de algunos, el carisma de otros y su manejo de masas, y hasta su naturaleza agreste manejada entre luces y espectáculo.

Hasta el día de hoy

La ola comercial impuesta por los medios de comunicación y la influencia de los productores fonográficos, deformó los cánones espontáneos e ingenuos del vallenato y empieza a aparecer así un vallenato industrial contaminado por la ranchera, la balada y hasta la música carrilera. Los periodistas Pilar Taffur y Daniel Samper Pizano la han definido como "un canto plañidero, de letra predecible y música amanerada en la cual los acordeoneros -cada vez más hábiles digitadores pero no necesariamente mejores músicos- desarrollan toda suerte de tics comerciales. La mayor parte de las creaciones inspiradas por el afán de producir disco vale muy poco. Esa pobreza pretende ocultarse tras una hinchazón de quejidos y artificiales desgarramientos del alma.

"Los intérpretes de hoy son muy llorones -declaraba Alejo Durán... ahora lo que hay son unas mazamorras de palabras raras. Son cantos que más demoran en hacerse que en desaparecer porque no tienen historias sino lágrimas"9.

"Gustavo Gutiérrez canta, en Valledupar cuando sale el sol"10 y lo seguirá haciendo con la esperanza de mantener vivos aquellos sentimientos que el acordeón realmente entiende.

Notas

Apócope de Valledupar.
Al respecto la folcloróloga Marina Quintero Quintero ha desarrollado la temática. En Poética popular colombiana, canto y coplerío.
Samper Pizano, Daniel y Taffur, Pilar. Cien años del vallenato. Santafé de Bogotá. MTM, 1997. 188 p.
Llerena Villalobos, Rito. Memoria cultural en el Vallenato: un modelo de textualidad en la canción folclórica colombiana. Medellín: Universidad de Antioquia. 1985. 293 p.
Samper Pizano, Daniel y Taffur, Pilar. Cien años del vallenato. Santafé de Bogotá: MTM, 1997. 188 p.
Araujo Noguera, Consuelo. Escalona. El hombre y el mito. Santafé de Bogotá: Planeta, 1988. 297 p.
Primera grabación comercial de un aire vallenato en acordeón. En revista Romanceros Nº 5. Santafé de Bogotá, 1997.
Posada, Consuelo. Canción vallenata y tradición oral. Medellín: Departamento de Publicaciones de la Universidad de Antioquia, 1986. 252 p.
Samper Pizano, Daniel y Taffur, Pilar. Cien años del vallenato. Santafé de Bogotá: MTM, 1997. 188 p.
Tema musical "confidencias", autor Gustavo Gutiérrez Cabello. 1963.
Bibliografía

-Araújo de Molina, Consuelo. Vallenatología. Orígenes y fundamentos de la música vallenata. Bogotá: Tercer Mundo, 1978. 162 p.

-Araujonoguera, Consuelo. Escalona, el hombre y el mito. Santafé de Bogotá: Planeta, 1998. 297 p.

-Gutiérrez Hinojosa, Tomás Darío. Cultura vallenata: origen, teoría y pruebas, Santafé de Bogotá: Plaza y Janés, 1992. 605 p.

-Llerena Villalobos, Rito. Memoria cultural en el vallenato: un modelo de textualidad en la canción folclórica colombiana. Medellín: Universidad de Antioquia. 1985. 293 p.

-Posada, Consuelo. Canción vallenata y tradición oral. Medellín: Departamento de Publicaciones de la Universidad de Antioquia, 1986. 252 p.

-Samper Pizano, Daniel y Taffur, Pilar. Cien años del vallenato. Santafé de Bogotá: MTM, 1997. 188 p.

Asesoría temática: Marina Quintero Quintero.

Gustavo Gutiérrez

Nació en Valledupar (1938). Administrador de empresas de profesión. Inicia su carrera en la composición en 1963 con "Confidencias", "Morenita", "Suspiros del alma" y "La espina".

Grupos como el de Alfredo Gutiérrez, inicialmente; los Hermanos Zuleta, Los Betos, El Binomio de Oro y Diomedes Díaz, entre otros, han popularizado su inspiración.

Actualmente continúan con su vena musical compositores como Roberto Calderón, Hernán Urbina Joiro e Iván Ovalle.

Tomado de: El Colombiano - Agosto de 1999

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Gustavo Gutiérrez Cabello, un hito en la historia vallenata

Fuente: MÓNICA MERCEDES CASTILLO R | Fecha: 2004-09-17 | Visitas: 16299

Gustavo Gutiérrez Cabello, un hito en la historia vallenata

Los años sesenta acompañaron la poética de un muchacho desgarbado y con pena en el alma mitigada con canciones al desamor y la añoranza. Gustavo Gutiérrez componía para su dama en la forma lírica que su mente le imprimía, con la métrica propia de su formación académica y la musicalidad que sólo su corazón aceptaba.

"El Flaco de Oro" como musicalmente es reconocido en el Valle1, rompía la historia de la composición vallenata creando el género lírico o romántico2.

Vallenato porque conservaba su melodía con fuerte protagonismo del acordeón, la caja y la guacharaca, pero con la diferencia de una temática universal, enfocada primordialmente en el sentimiento amoroso con destellos de elementos rupestres y tradicionales.

Composiciones con las que se identificaría un público nacional que encontró en las nuevas canciones una similitud con sus problemáticas sentimentales. Versos que traspasarían las fronteras de la Provincia de Padilla.

La composición de Gutiérrez fue el hito en el vallenato, la puerta a su evolución, pero jamás su decadencia.

Entender la historia y desarrollo de la música de acordeón implicaría la comprensión de la realidad por la que hoy atraviesa y que la ha llevado a perderse en otros géneros musicales.

Orígenes del vallenato

Contrario a la creencia de que el vallenato es producto de la llegada del acordeón a nuestras tierras, este es el resultado de la fusión de tres razas que históricamente mestizaron y por sincretismo cultural parieron un hijo en América.

"Lo más probable es que el canto vallenato haya nacido caminando y, por lo tanto que se haya criado y formado en distintos lugares. Siendo música de vaqueros y trovadores, acompañaban a quienes la creaban y difundían. Por esta misma dispersión resultaba inevitable que desarrollara diversas modalidades en regiones distintas"3.

Investigadores folclóricos como Consuelo Araujonoguera y Tomás Darío Gutiérrez han trabajado teorías según las cuales la música vallenata tiene una división geográfica-cultural: vallenato -vallenato, vallenato bajero y vallenato sabanero. Por su parte Gutiérrez argumenta una clasificación en escuelas, acorde con parámetros geográficos étnicos y musicales: zona central, zona negroide, zona ribana y zona ribereña.



Independientemente, lo cierto es que la verdadera riqueza de la música de acordeón radica en la variedad de los ritmos -puya, merengue, son y paseo- sentimiento y dejos, pero sobre todo es el testimonio de experiencias e indicadora de un modo de vida: "Textos culturales del grupo en que han sido producidas, escuchadas y mantenidas a través de los años4.

Antes de Francisco el hombre

El primer "trotamundo" reconocido por la tradición vallenata ha sido indudablemente Francisco Moscote, identificado como "Francisco el hombre", el mismo que derrotó al demonio en uno de esos caminos polvorientos y el mito hoy reconocido. Pero antes de él, alguien se registró en la historia como el primer acordeonero, fue José León Carrillo Mindiola, nacido en Atanquez (Cesar) hacia 1835. Quien con una notable vocación religiosa fue enviado por misioneros españoles a un seminario de la Madre Patria por la misma época en que comenzaba a circular por Europa un joven arrugado de aireada interpretación. Seducido por los acordes colgó su sotana y regresó a su tierra cargado con el instrumento que lo llevó a forjar alumnos como Abrahan Maestre, contemporáneo de "Francisco el hombre" y por supuesto adversario en alguna ocasión.

Los patriarcas

Desde patriarcas en la interpretación del acordeón como Carrillo, Moscote, Guerra, Rivera, Peñaranda, Serna, entre otros, a generaciones como la "Chico" Sarmiento, "Chico" Bolaños, Emiliano Zuleta y Lorenzo Morales, y posteriores como la de Alejandro Durán, Luis Enrique Martínez, Andrés Landeros y muchos más; la música de acordeón como anteriormente era reconocida y que sólo llegó a nombrársele vallenata con la creación del Festival de la Leyenda Vallenata (1968), manejó entre diversos temas a la geografía, sus elementos y por supuesto la región, los acontecimientos de la comarca y las experiencias personales de sus habitantes. Otras veces aludían a amigos y compadres del compositor, a los medios de producción de su entorno, inclusive a los vehículos de transporte o si no que lo diga Alejandro Durán con su "039".

Es precisamente en el ingenio de estas piezas que sobresalen compositores como Rafael Escalona, por ser la veta auténtica de la música vallenata, con cantos que se contonean por la diversidad temática. Emiliano Zuleta, por su ingenio y repentismo; Leandro Díaz, quien con su inteligencia describe de manera asombrosa paisajes, seres, acontecimientos y mínimos detalles que su visión no le permite. Además de Tobías Enrique Pumarejo, quien con Leandro, dieron pinceladas de lirismo a la música vallenata, pero sin la osadía de Gutiérrez.

Las migraciones

La música propia de esta región empezó a darse a conocer por fuera de su geografía a partir de los años veinte y treinta, reconociéndose según los periodistas Pilar Taffur y Daniel Samper Pizano, tres olas migratorias que llevaron a que el ritmo entrara al interior del país.

La primera alude a la época dorada de la zona bananera del departamento del Magdalena, al Sur de Santa Marta. "Los trabajadores acudían a prestar su brazo a la United Fruit desde todos los rincones del país... la abigarrada mezcla de trabajadores permitió que los cantos de los oriundos de la provincia encontraran oídos dispuestos a escucharlos y repetirlos más tarde en otros puntos del mapa.

La segunda ola migratoria atrajo a los cosecheros del interior a las puertas mismas de Valledupar. Fue cuando decayó el banano y surgió el algodón... los trabajadores que llegaban para las temporadas de recogida regresaban a sus comarcas natales con la música a cuesta.

El tercer movimiento migratorio fue de índole elitista, reducido en sus proporciones pero importante en su influencia. Ocurrió durante los años cincuenta, cuando un grupo de jóvenes vallenatos pertenecientes a las familias ricas y rancias, viajó a realizar estudios en la capital. Allí conocieron a condiscípulos de la alta sociedad bogotana que se fascinaron con los cantos de su región que entonaban los vallenatos en las reuniones cachacas"5.

Este último movimiento puede explicitarse con Hernando Molina, hijo, íntimo amigo de Rafael Escalona. "El llevó mis cantos a Bogotá por primera vez y de allá vino cargado con una tropa de cachacos que se vallenatizaron en su casa... Entre ellos Alfonso López Michelsen quien forma con un grupo de jóvenes y condiscípulos del barrio La Magdalena la primera cofradía de amantes y defensores del vallenato de Escalona. A ellos, los magdalenos, como se les conocía entre la juventud bogotana de la época, se les debe en gran parte el escuchar vallenato auténtico en Bogotá6

Comercialización del vallenato

La industria disquera y la radio comenzaron a realizar una divulgación más amplia de los cantos vallenatos. "Al parecer la primera grabación de un aire vallenato con fines comerciales fue hecha en 78 r.p.m. para la etiqueta Odeón de Chile y los protagonistas fueron Abel Antonio Villa y Guillermo Buitrago. Este trabajo fue dirigido en 1944 por Emigdio Velazco, a la sazón propietario de foto Velazco en Barranquilla"7.

"El fenómeno de la grabación comercial implicó cambios para esta música en general... significó la posibilidad de expansión y de conquista de otros auditorios. La comercialización de las casas disqueras impuso condiciones a los músicos, a los temas y a la instrumentación. El disco grabado obligó a cortar largas piezas, a ampliar el sonido, a acompañar con nuevos elementos y el músico se convirtió en un instrumento más del avance de los medios de comunicación8.

Época de cantantes

Producto mismo de la comercialización desaparecieron los juglares cediendo su digitar exclusivamente a los acordeoneros y su ingenio e interpretación al compositor y al cantante. Hizo su debut como solista, el jilguero de América, Jorge Oñate (1968) seguido por Alfonso "Poncho" Zuleta, Rafael Orozco, Diomedes Díaz, Alberto Zabaleta, Silvio Brito e Iván Villazón, este último con una propuesta que fusionó lo moderno y lo tradicional y data de la década de los ochenta.

Los cantantes profesionalizaron su arte e hicieron del vallenato un género que traspasó las fronteras patrias. Sus agrupaciones se caracterizaron por particulares presentaciones de tarima, la innovación instrumental, el vestuario de algunos, el carisma de otros y su manejo de masas, y hasta su naturaleza agreste manejada entre luces y espectáculo.

Hasta el día de hoy

La ola comercial impuesta por los medios de comunicación y la influencia de los productores fonográficos, deformó los cánones espontáneos e ingenuos del vallenato y empieza a aparecer así un vallenato industrial contaminado por la ranchera, la balada y hasta la música carrilera. Los periodistas Pilar Taffur y Daniel Samper Pizano la han definido como "un canto plañidero, de letra predecible y música amanerada en la cual los acordeoneros -cada vez más hábiles digitadores pero no necesariamente mejores músicos- desarrollan toda suerte de tics comerciales. La mayor parte de las creaciones inspiradas por el afán de producir disco vale muy poco. Esa pobreza pretende ocultarse tras una hinchazón de quejidos y artificiales desgarramientos del alma.

"Los intérpretes de hoy son muy llorones -declaraba Alejo Durán... ahora lo que hay son unas mazamorras de palabras raras. Son cantos que más demoran en hacerse que en desaparecer porque no tienen historias sino lágrimas"9.

"Gustavo Gutiérrez canta, en Valledupar cuando sale el sol"10 y lo seguirá haciendo con la esperanza de mantener vivos aquellos sentimientos que el acordeón realmente entiende.

Notas

Apócope de Valledupar.
Al respecto la folcloróloga Marina Quintero Quintero ha desarrollado la temática. En Poética popular colombiana, canto y coplerío.
Samper Pizano, Daniel y Taffur, Pilar. Cien años del vallenato. Santafé de Bogotá. MTM, 1997. 188 p.
Llerena Villalobos, Rito. Memoria cultural en el Vallenato: un modelo de textualidad en la canción folclórica colombiana. Medellín: Universidad de Antioquia. 1985. 293 p.
Samper Pizano, Daniel y Taffur, Pilar. Cien años del vallenato. Santafé de Bogotá: MTM, 1997. 188 p.
Araujo Noguera, Consuelo. Escalona. El hombre y el mito. Santafé de Bogotá: Planeta, 1988. 297 p.
Primera grabación comercial de un aire vallenato en acordeón. En revista Romanceros Nº 5. Santafé de Bogotá, 1997.
Posada, Consuelo. Canción vallenata y tradición oral. Medellín: Departamento de Publicaciones de la Universidad de Antioquia, 1986. 252 p.
Samper Pizano, Daniel y Taffur, Pilar. Cien años del vallenato. Santafé de Bogotá: MTM, 1997. 188 p.
Tema musical "confidencias", autor Gustavo Gutiérrez Cabello. 1963.
Bibliografía

-Araújo de Molina, Consuelo. Vallenatología. Orígenes y fundamentos de la música vallenata. Bogotá: Tercer Mundo, 1978. 162 p.

-Araujonoguera, Consuelo. Escalona, el hombre y el mito. Santafé de Bogotá: Planeta, 1998. 297 p.

-Gutiérrez Hinojosa, Tomás Darío. Cultura vallenata: origen, teoría y pruebas, Santafé de Bogotá: Plaza y Janés, 1992. 605 p.

-Llerena Villalobos, Rito. Memoria cultural en el vallenato: un modelo de textualidad en la canción folclórica colombiana. Medellín: Universidad de Antioquia. 1985. 293 p.

-Posada, Consuelo. Canción vallenata y tradición oral. Medellín: Departamento de Publicaciones de la Universidad de Antioquia, 1986. 252 p.

-Samper Pizano, Daniel y Taffur, Pilar. Cien años del vallenato. Santafé de Bogotá: MTM, 1997. 188 p.

Asesoría temática: Marina Quintero Quintero.

Gustavo Gutiérrez

Nació en Valledupar (1938). Administrador de empresas de profesión. Inicia su carrera en la composición en 1963 con "Confidencias", "Morenita", "Suspiros del alma" y "La espina".

Grupos como el de Alfredo Gutiérrez, inicialmente; los Hermanos Zuleta, Los Betos, El Binomio de Oro y Diomedes Díaz, entre otros, han popularizado su inspiración.

Actualmente continúan con su vena musical compositores como Roberto Calderón, Hernán Urbina Joiro e Iván Ovalle.

Tomado de: El Colombiano - Agosto de 1999

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Gustavo Gutiérrez Cabello, un hito en la historia vallenata

Fuente: MÓNICA MERCEDES CASTILLO R | Fecha: 2004-09-17 | Visitas: 16299

Gustavo Gutiérrez Cabello, un hito en la historia vallenata

Los años sesenta acompañaron la poética de un muchacho desgarbado y con pena en el alma mitigada con canciones al desamor y la añoranza. Gustavo Gutiérrez componía para su dama en la forma lírica que su mente le imprimía, con la métrica propia de su formación académica y la musicalidad que sólo su corazón aceptaba.

"El Flaco de Oro" como musicalmente es reconocido en el Valle1, rompía la historia de la composición vallenata creando el género lírico o romántico2.

Vallenato porque conservaba su melodía con fuerte protagonismo del acordeón, la caja y la guacharaca, pero con la diferencia de una temática universal, enfocada primordialmente en el sentimiento amoroso con destellos de elementos rupestres y tradicionales.

Composiciones con las que se identificaría un público nacional que encontró en las nuevas canciones una similitud con sus problemáticas sentimentales. Versos que traspasarían las fronteras de la Provincia de Padilla.

La composición de Gutiérrez fue el hito en el vallenato, la puerta a su evolución, pero jamás su decadencia.

Entender la historia y desarrollo de la música de acordeón implicaría la comprensión de la realidad por la que hoy atraviesa y que la ha llevado a perderse en otros géneros musicales.

Orígenes del vallenato

Contrario a la creencia de que el vallenato es producto de la llegada del acordeón a nuestras tierras, este es el resultado de la fusión de tres razas que históricamente mestizaron y por sincretismo cultural parieron un hijo en América.

"Lo más probable es que el canto vallenato haya nacido caminando y, por lo tanto que se haya criado y formado en distintos lugares. Siendo música de vaqueros y trovadores, acompañaban a quienes la creaban y difundían. Por esta misma dispersión resultaba inevitable que desarrollara diversas modalidades en regiones distintas"3.

Investigadores folclóricos como Consuelo Araujonoguera y Tomás Darío Gutiérrez han trabajado teorías según las cuales la música vallenata tiene una división geográfica-cultural: vallenato -vallenato, vallenato bajero y vallenato sabanero. Por su parte Gutiérrez argumenta una clasificación en escuelas, acorde con parámetros geográficos étnicos y musicales: zona central, zona negroide, zona ribana y zona ribereña.



Independientemente, lo cierto es que la verdadera riqueza de la música de acordeón radica en la variedad de los ritmos -puya, merengue, son y paseo- sentimiento y dejos, pero sobre todo es el testimonio de experiencias e indicadora de un modo de vida: "Textos culturales del grupo en que han sido producidas, escuchadas y mantenidas a través de los años4.

Antes de Francisco el hombre

El primer "trotamundo" reconocido por la tradición vallenata ha sido indudablemente Francisco Moscote, identificado como "Francisco el hombre", el mismo que derrotó al demonio en uno de esos caminos polvorientos y el mito hoy reconocido. Pero antes de él, alguien se registró en la historia como el primer acordeonero, fue José León Carrillo Mindiola, nacido en Atanquez (Cesar) hacia 1835. Quien con una notable vocación religiosa fue enviado por misioneros españoles a un seminario de la Madre Patria por la misma época en que comenzaba a circular por Europa un joven arrugado de aireada interpretación. Seducido por los acordes colgó su sotana y regresó a su tierra cargado con el instrumento que lo llevó a forjar alumnos como Abrahan Maestre, contemporáneo de "Francisco el hombre" y por supuesto adversario en alguna ocasión.

Los patriarcas

Desde patriarcas en la interpretación del acordeón como Carrillo, Moscote, Guerra, Rivera, Peñaranda, Serna, entre otros, a generaciones como la "Chico" Sarmiento, "Chico" Bolaños, Emiliano Zuleta y Lorenzo Morales, y posteriores como la de Alejandro Durán, Luis Enrique Martínez, Andrés Landeros y muchos más; la música de acordeón como anteriormente era reconocida y que sólo llegó a nombrársele vallenata con la creación del Festival de la Leyenda Vallenata (1968), manejó entre diversos temas a la geografía, sus elementos y por supuesto la región, los acontecimientos de la comarca y las experiencias personales de sus habitantes. Otras veces aludían a amigos y compadres del compositor, a los medios de producción de su entorno, inclusive a los vehículos de transporte o si no que lo diga Alejandro Durán con su "039".

Es precisamente en el ingenio de estas piezas que sobresalen compositores como Rafael Escalona, por ser la veta auténtica de la música vallenata, con cantos que se contonean por la diversidad temática. Emiliano Zuleta, por su ingenio y repentismo; Leandro Díaz, quien con su inteligencia describe de manera asombrosa paisajes, seres, acontecimientos y mínimos detalles que su visión no le permite. Además de Tobías Enrique Pumarejo, quien con Leandro, dieron pinceladas de lirismo a la música vallenata, pero sin la osadía de Gutiérrez.

Las migraciones

La música propia de esta región empezó a darse a conocer por fuera de su geografía a partir de los años veinte y treinta, reconociéndose según los periodistas Pilar Taffur y Daniel Samper Pizano, tres olas migratorias que llevaron a que el ritmo entrara al interior del país.

La primera alude a la época dorada de la zona bananera del departamento del Magdalena, al Sur de Santa Marta. "Los trabajadores acudían a prestar su brazo a la United Fruit desde todos los rincones del país... la abigarrada mezcla de trabajadores permitió que los cantos de los oriundos de la provincia encontraran oídos dispuestos a escucharlos y repetirlos más tarde en otros puntos del mapa.

La segunda ola migratoria atrajo a los cosecheros del interior a las puertas mismas de Valledupar. Fue cuando decayó el banano y surgió el algodón... los trabajadores que llegaban para las temporadas de recogida regresaban a sus comarcas natales con la música a cuesta.

El tercer movimiento migratorio fue de índole elitista, reducido en sus proporciones pero importante en su influencia. Ocurrió durante los años cincuenta, cuando un grupo de jóvenes vallenatos pertenecientes a las familias ricas y rancias, viajó a realizar estudios en la capital. Allí conocieron a condiscípulos de la alta sociedad bogotana que se fascinaron con los cantos de su región que entonaban los vallenatos en las reuniones cachacas"5.

Este último movimiento puede explicitarse con Hernando Molina, hijo, íntimo amigo de Rafael Escalona. "El llevó mis cantos a Bogotá por primera vez y de allá vino cargado con una tropa de cachacos que se vallenatizaron en su casa... Entre ellos Alfonso López Michelsen quien forma con un grupo de jóvenes y condiscípulos del barrio La Magdalena la primera cofradía de amantes y defensores del vallenato de Escalona. A ellos, los magdalenos, como se les conocía entre la juventud bogotana de la época, se les debe en gran parte el escuchar vallenato auténtico en Bogotá6

Comercialización del vallenato

La industria disquera y la radio comenzaron a realizar una divulgación más amplia de los cantos vallenatos. "Al parecer la primera grabación de un aire vallenato con fines comerciales fue hecha en 78 r.p.m. para la etiqueta Odeón de Chile y los protagonistas fueron Abel Antonio Villa y Guillermo Buitrago. Este trabajo fue dirigido en 1944 por Emigdio Velazco, a la sazón propietario de foto Velazco en Barranquilla"7.

"El fenómeno de la grabación comercial implicó cambios para esta música en general... significó la posibilidad de expansión y de conquista de otros auditorios. La comercialización de las casas disqueras impuso condiciones a los músicos, a los temas y a la instrumentación. El disco grabado obligó a cortar largas piezas, a ampliar el sonido, a acompañar con nuevos elementos y el músico se convirtió en un instrumento más del avance de los medios de comunicación8.

Época de cantantes

Producto mismo de la comercialización desaparecieron los juglares cediendo su digitar exclusivamente a los acordeoneros y su ingenio e interpretación al compositor y al cantante. Hizo su debut como solista, el jilguero de América, Jorge Oñate (1968) seguido por Alfonso "Poncho" Zuleta, Rafael Orozco, Diomedes Díaz, Alberto Zabaleta, Silvio Brito e Iván Villazón, este último con una propuesta que fusionó lo moderno y lo tradicional y data de la década de los ochenta.

Los cantantes profesionalizaron su arte e hicieron del vallenato un género que traspasó las fronteras patrias. Sus agrupaciones se caracterizaron por particulares presentaciones de tarima, la innovación instrumental, el vestuario de algunos, el carisma de otros y su manejo de masas, y hasta su naturaleza agreste manejada entre luces y espectáculo.

Hasta el día de hoy

La ola comercial impuesta por los medios de comunicación y la influencia de los productores fonográficos, deformó los cánones espontáneos e ingenuos del vallenato y empieza a aparecer así un vallenato industrial contaminado por la ranchera, la balada y hasta la música carrilera. Los periodistas Pilar Taffur y Daniel Samper Pizano la han definido como "un canto plañidero, de letra predecible y música amanerada en la cual los acordeoneros -cada vez más hábiles digitadores pero no necesariamente mejores músicos- desarrollan toda suerte de tics comerciales. La mayor parte de las creaciones inspiradas por el afán de producir disco vale muy poco. Esa pobreza pretende ocultarse tras una hinchazón de quejidos y artificiales desgarramientos del alma.

"Los intérpretes de hoy son muy llorones -declaraba Alejo Durán... ahora lo que hay son unas mazamorras de palabras raras. Son cantos que más demoran en hacerse que en desaparecer porque no tienen historias sino lágrimas"9.

"Gustavo Gutiérrez canta, en Valledupar cuando sale el sol"10 y lo seguirá haciendo con la esperanza de mantener vivos aquellos sentimientos que el acordeón realmente entiende.

Notas

Apócope de Valledupar.
Al respecto la folcloróloga Marina Quintero Quintero ha desarrollado la temática. En Poética popular colombiana, canto y coplerío.
Samper Pizano, Daniel y Taffur, Pilar. Cien años del vallenato. Santafé de Bogotá. MTM, 1997. 188 p.
Llerena Villalobos, Rito. Memoria cultural en el Vallenato: un modelo de textualidad en la canción folclórica colombiana. Medellín: Universidad de Antioquia. 1985. 293 p.
Samper Pizano, Daniel y Taffur, Pilar. Cien años del vallenato. Santafé de Bogotá: MTM, 1997. 188 p.
Araujo Noguera, Consuelo. Escalona. El hombre y el mito. Santafé de Bogotá: Planeta, 1988. 297 p.
Primera grabación comercial de un aire vallenato en acordeón. En revista Romanceros Nº 5. Santafé de Bogotá, 1997.
Posada, Consuelo. Canción vallenata y tradición oral. Medellín: Departamento de Publicaciones de la Universidad de Antioquia, 1986. 252 p.
Samper Pizano, Daniel y Taffur, Pilar. Cien años del vallenato. Santafé de Bogotá: MTM, 1997. 188 p.
Tema musical "confidencias", autor Gustavo Gutiérrez Cabello. 1963.
Bibliografía

-Araújo de Molina, Consuelo. Vallenatología. Orígenes y fundamentos de la música vallenata. Bogotá: Tercer Mundo, 1978. 162 p.

-Araujonoguera, Consuelo. Escalona, el hombre y el mito. Santafé de Bogotá: Planeta, 1998. 297 p.

-Gutiérrez Hinojosa, Tomás Darío. Cultura vallenata: origen, teoría y pruebas, Santafé de Bogotá: Plaza y Janés, 1992. 605 p.

-Llerena Villalobos, Rito. Memoria cultural en el vallenato: un modelo de textualidad en la canción folclórica colombiana. Medellín: Universidad de Antioquia. 1985. 293 p.

-Posada, Consuelo. Canción vallenata y tradición oral. Medellín: Departamento de Publicaciones de la Universidad de Antioquia, 1986. 252 p.

-Samper Pizano, Daniel y Taffur, Pilar. Cien años del vallenato. Santafé de Bogotá: MTM, 1997. 188 p.

Asesoría temática: Marina Quintero Quintero.

Gustavo Gutiérrez

Nació en Valledupar (1938). Administrador de empresas de profesión. Inicia su carrera en la composición en 1963 con "Confidencias", "Morenita", "Suspiros del alma" y "La espina".

Grupos como el de Alfredo Gutiérrez, inicialmente; los Hermanos Zuleta, Los Betos, El Binomio de Oro y Diomedes Díaz, entre otros, han popularizado su inspiración.

Actualmente continúan con su vena musical compositores como Roberto Calderón, Hernán Urbina Joiro e Iván Ovalle.

Tomado de: El Colombiano - Agosto de 1999

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