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Politica, Paramilitarismo y Vallenato

Fuente: LUIS CARLOS “PERICO” MANJARRÉS ARIZA - Exclusivo para ElVallenato.com - lmanjarres@hotmail.com | Fecha: 2006-11-26 | Visitas: 10870

El escrito es responsabilidad exclusiva de su autor.

“Al principio suenan unos balazos. Después, se oye una voz que dice: “¡vivan los paramilitares!”. Se trata de una canción de los Hermanos Zuleta, no una de las más conocidas, pero sí una que retrata una realidad del Caribe ahora inocultable”.

María Antonia García de la Torre – El Espectador, 25/11/2006

Muy bueno, resulta ahora que según la señora García de la Torre, el fenómeno del paramilitarismo retrata una realidad inocultable del Caribe colombiano. Como siempre, los apergaminados columnistas de los periódicos bogotanos echándoles el agua sucia y la culpa de los problemas que azotan a nuestro país, a los parias de la periferia. Como si en Antioquia, en Bogotá, en Villavicencio, en el Magdalena medio antioqueño, cundinamarqués, santandereano, caldense y boyacense, se viviera un ambiente de paz y armonía lejos de la injerencia y la penetración paramilitar que han llegado hasta los tuétanos mismos de un país postrado ante la infamia y la ignominia

Cuando un columnista de opinión escribe para ser leído por millones de personas, lo mínimo que debe prever en sus artículos es la verdad, la coherencia y la objetividad y no salir con barrabasadas como lo ha hecho esta señora. El país conoce muy bien que el paramilitarismo no nació en la Costa Caribe colombiana; y por el contrario, todos conocemos hasta la saciedad quienes fueron los “ideólogos” e impulsadores de ese engendro del Demonio.

Y es que no acierta ni media. Es una solemne mentira que no busca sino desacreditar y difundir una imagen negativa de unos artistas que son amados y respetados por todo un Pueblo, cuando afirma que en una canción de los Hermanos Zuleta se echan vivas a los paramilitares. Yo la reto para que diga en su próxima columna, públicamente, el nombre de esa famosa canción y de la casa disquera que la grabó.

Como sé que no me va a contestar porque los medios de comunicación han dado patente de corso a sus columnistas para que escriban lo que se les venga en gana sin respetar y sin rendir cuentas a nadie, bajo la entelequia de que cada uno es dueño y responsable de sus opiniones, yo sí quiero contarle al país el desafortunado episodio en el que se vieron involucrados Poncho y Emilianito. No existe ninguna canción ni ninguna grabación legal. Hace unos tres años, a ellos les correspondió hacer una presentación en una caseta popular por allá en Astrea, un recóndito pueblo del Cesar. Avanzada la noche y para el regocijo de todos los presentes, se pusieron a “piqueriar” o a “contrapuntiar” como lo hacen los llaneros a ritmo de arpa, cuatro y capachos o los antioqueños con sus famosas trovas. Poncho le echaba vainas a Emilianito y éste le contestaba con la misma moneda. Estoy escuchando el disco y son 15 estrofas con la música de “Debajo del palo de mango” y en ninguno de los versos hacen la más mínima alusión a los paracos. El tema de la piquería era que Emilianito, hermano mayor, reconocía y aceptaba que cuando la muchacha era nueva le toca ayudarse con unas pastillitas (viagra); mientras que Poncho, como pollino en celo, se jactaba de su virilidad y decía que a él le bastaba con comerse un guineo maduro.

Total, que antes de inciar la la competencia, se escuchan no unos balazos, como dice la señora García de la Torre, sino tres ráfagas de una ametralladora UZI y enseguida de las ráfagas, Poncho dice: “Nojoda, viva la tierra paramilitar, vivan los paracos”.

Esa noche, Poncho y Emilianito no estaban en su noche. Alguien grabó las ráfagas y la piquería, sacando un cedé pirata que armó cipote alharaca en toda Colombia. Poncho, apenado y sintiéndose muy mal, llegó hasta autodesconocerse y a decir que esa no era su voz, cosa que ni siquiera la señora García, una completa ignorante en materia de vallenato y de la realidad sociopolítica del país, le creyó.

Yo estoy seguro de que en ese pueblito en donde quienes mandaban y mandan son los que sabemos, algún duro se acercó a la tarima y le dijo a Poncho que el Patrón le mandaba a decir que saludara a los paracos. Afortunadamente, Poncho no es pendejo y así lo hizo. Gracias a Dios que fueron inteligentes porque de lo contrario, hoy estaríamos celebrando el Grammy “In memoriam”.

Para terminar, aprovecho para aclararle a otro columnista de El Espectador, Alfredo Molano Bravo, que la “Tierra de Patrones” según el malhadado CD de marras es Astrea y no Caucasia, como él lo dijo en su columna de hace dos semanas.

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El escrito es responsabilidad exclusiva de su autor.

“Al principio suenan unos balazos. Después, se oye una voz que dice: “¡vivan los paramilitares!”. Se trata de una canción de los Hermanos Zuleta, no una de las más conocidas, pero sí una que retrata una realidad del Caribe ahora inocultable”.

María Antonia García de la Torre – El Espectador, 25/11/2006

Muy bueno, resulta ahora que según la señora García de la Torre, el fenómeno del paramilitarismo retrata una realidad inocultable del Caribe colombiano. Como siempre, los apergaminados columnistas de los periódicos bogotanos echándoles el agua sucia y la culpa de los problemas que azotan a nuestro país, a los parias de la periferia. Como si en Antioquia, en Bogotá, en Villavicencio, en el Magdalena medio antioqueño, cundinamarqués, santandereano, caldense y boyacense, se viviera un ambiente de paz y armonía lejos de la injerencia y la penetración paramilitar que han llegado hasta los tuétanos mismos de un país postrado ante la infamia y la ignominia

Cuando un columnista de opinión escribe para ser leído por millones de personas, lo mínimo que debe prever en sus artículos es la verdad, la coherencia y la objetividad y no salir con barrabasadas como lo ha hecho esta señora. El país conoce muy bien que el paramilitarismo no nació en la Costa Caribe colombiana; y por el contrario, todos conocemos hasta la saciedad quienes fueron los “ideólogos” e impulsadores de ese engendro del Demonio.

Y es que no acierta ni media. Es una solemne mentira que no busca sino desacreditar y difundir una imagen negativa de unos artistas que son amados y respetados por todo un Pueblo, cuando afirma que en una canción de los Hermanos Zuleta se echan vivas a los paramilitares. Yo la reto para que diga en su próxima columna, públicamente, el nombre de esa famosa canción y de la casa disquera que la grabó.

Como sé que no me va a contestar porque los medios de comunicación han dado patente de corso a sus columnistas para que escriban lo que se les venga en gana sin respetar y sin rendir cuentas a nadie, bajo la entelequia de que cada uno es dueño y responsable de sus opiniones, yo sí quiero contarle al país el desafortunado episodio en el que se vieron involucrados Poncho y Emilianito. No existe ninguna canción ni ninguna grabación legal. Hace unos tres años, a ellos les correspondió hacer una presentación en una caseta popular por allá en Astrea, un recóndito pueblo del Cesar. Avanzada la noche y para el regocijo de todos los presentes, se pusieron a “piqueriar” o a “contrapuntiar” como lo hacen los llaneros a ritmo de arpa, cuatro y capachos o los antioqueños con sus famosas trovas. Poncho le echaba vainas a Emilianito y éste le contestaba con la misma moneda. Estoy escuchando el disco y son 15 estrofas con la música de “Debajo del palo de mango” y en ninguno de los versos hacen la más mínima alusión a los paracos. El tema de la piquería era que Emilianito, hermano mayor, reconocía y aceptaba que cuando la muchacha era nueva le toca ayudarse con unas pastillitas (viagra); mientras que Poncho, como pollino en celo, se jactaba de su virilidad y decía que a él le bastaba con comerse un guineo maduro.

Total, que antes de inciar la la competencia, se escuchan no unos balazos, como dice la señora García de la Torre, sino tres ráfagas de una ametralladora UZI y enseguida de las ráfagas, Poncho dice: “Nojoda, viva la tierra paramilitar, vivan los paracos”.

Esa noche, Poncho y Emilianito no estaban en su noche. Alguien grabó las ráfagas y la piquería, sacando un cedé pirata que armó cipote alharaca en toda Colombia. Poncho, apenado y sintiéndose muy mal, llegó hasta autodesconocerse y a decir que esa no era su voz, cosa que ni siquiera la señora García, una completa ignorante en materia de vallenato y de la realidad sociopolítica del país, le creyó.

Yo estoy seguro de que en ese pueblito en donde quienes mandaban y mandan son los que sabemos, algún duro se acercó a la tarima y le dijo a Poncho que el Patrón le mandaba a decir que saludara a los paracos. Afortunadamente, Poncho no es pendejo y así lo hizo. Gracias a Dios que fueron inteligentes porque de lo contrario, hoy estaríamos celebrando el Grammy “In memoriam”.

Para terminar, aprovecho para aclararle a otro columnista de El Espectador, Alfredo Molano Bravo, que la “Tierra de Patrones” según el malhadado CD de marras es Astrea y no Caucasia, como él lo dijo en su columna de hace dos semanas.

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El escrito es responsabilidad exclusiva de su autor.

“Al principio suenan unos balazos. Después, se oye una voz que dice: “¡vivan los paramilitares!”. Se trata de una canción de los Hermanos Zuleta, no una de las más conocidas, pero sí una que retrata una realidad del Caribe ahora inocultable”.

María Antonia García de la Torre – El Espectador, 25/11/2006

Muy bueno, resulta ahora que según la señora García de la Torre, el fenómeno del paramilitarismo retrata una realidad inocultable del Caribe colombiano. Como siempre, los apergaminados columnistas de los periódicos bogotanos echándoles el agua sucia y la culpa de los problemas que azotan a nuestro país, a los parias de la periferia. Como si en Antioquia, en Bogotá, en Villavicencio, en el Magdalena medio antioqueño, cundinamarqués, santandereano, caldense y boyacense, se viviera un ambiente de paz y armonía lejos de la injerencia y la penetración paramilitar que han llegado hasta los tuétanos mismos de un país postrado ante la infamia y la ignominia

Cuando un columnista de opinión escribe para ser leído por millones de personas, lo mínimo que debe prever en sus artículos es la verdad, la coherencia y la objetividad y no salir con barrabasadas como lo ha hecho esta señora. El país conoce muy bien que el paramilitarismo no nació en la Costa Caribe colombiana; y por el contrario, todos conocemos hasta la saciedad quienes fueron los “ideólogos” e impulsadores de ese engendro del Demonio.

Y es que no acierta ni media. Es una solemne mentira que no busca sino desacreditar y difundir una imagen negativa de unos artistas que son amados y respetados por todo un Pueblo, cuando afirma que en una canción de los Hermanos Zuleta se echan vivas a los paramilitares. Yo la reto para que diga en su próxima columna, públicamente, el nombre de esa famosa canción y de la casa disquera que la grabó.

Como sé que no me va a contestar porque los medios de comunicación han dado patente de corso a sus columnistas para que escriban lo que se les venga en gana sin respetar y sin rendir cuentas a nadie, bajo la entelequia de que cada uno es dueño y responsable de sus opiniones, yo sí quiero contarle al país el desafortunado episodio en el que se vieron involucrados Poncho y Emilianito. No existe ninguna canción ni ninguna grabación legal. Hace unos tres años, a ellos les correspondió hacer una presentación en una caseta popular por allá en Astrea, un recóndito pueblo del Cesar. Avanzada la noche y para el regocijo de todos los presentes, se pusieron a “piqueriar” o a “contrapuntiar” como lo hacen los llaneros a ritmo de arpa, cuatro y capachos o los antioqueños con sus famosas trovas. Poncho le echaba vainas a Emilianito y éste le contestaba con la misma moneda. Estoy escuchando el disco y son 15 estrofas con la música de “Debajo del palo de mango” y en ninguno de los versos hacen la más mínima alusión a los paracos. El tema de la piquería era que Emilianito, hermano mayor, reconocía y aceptaba que cuando la muchacha era nueva le toca ayudarse con unas pastillitas (viagra); mientras que Poncho, como pollino en celo, se jactaba de su virilidad y decía que a él le bastaba con comerse un guineo maduro.

Total, que antes de inciar la la competencia, se escuchan no unos balazos, como dice la señora García de la Torre, sino tres ráfagas de una ametralladora UZI y enseguida de las ráfagas, Poncho dice: “Nojoda, viva la tierra paramilitar, vivan los paracos”.

Esa noche, Poncho y Emilianito no estaban en su noche. Alguien grabó las ráfagas y la piquería, sacando un cedé pirata que armó cipote alharaca en toda Colombia. Poncho, apenado y sintiéndose muy mal, llegó hasta autodesconocerse y a decir que esa no era su voz, cosa que ni siquiera la señora García, una completa ignorante en materia de vallenato y de la realidad sociopolítica del país, le creyó.

Yo estoy seguro de que en ese pueblito en donde quienes mandaban y mandan son los que sabemos, algún duro se acercó a la tarima y le dijo a Poncho que el Patrón le mandaba a decir que saludara a los paracos. Afortunadamente, Poncho no es pendejo y así lo hizo. Gracias a Dios que fueron inteligentes porque de lo contrario, hoy estaríamos celebrando el Grammy “In memoriam”.

Para terminar, aprovecho para aclararle a otro columnista de El Espectador, Alfredo Molano Bravo, que la “Tierra de Patrones” según el malhadado CD de marras es Astrea y no Caucasia, como él lo dijo en su columna de hace dos semanas.

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